Cerrar
Publicado por
PEDRO RUBIO NISTAL CATEDRÁTICO DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS Y EPIDEMIOLOGÍA. FACULTAD DE VETERINARIA
León

Creado:

Actualizado:

VIAJO con frecuencia y procuro mantener los ojos abiertos. En León veo nuestros pueblos vaciándose progresivamente. En invierno, en muchos es raro encontrar a alguien en la calle. Durante el buen tiempo pueden verse personas mayores, pero pocos jóvenes y casi ningún niño. La provincia pierde población, que solo se recupera durante julio y agosto cuando los emigrantes vuelven. La arquitectura tradicional desaparece y las viejas casas se caen. Si miramos al campo, hay miles de hectáreas de tierras abandonadas. El paisaje se ha degradado y la maleza propicia condiciones óptimas para los incendios forestales que cada año exigen más esfuerzos para su control. Si recuerdo mi infancia, veo mi pueblo, Castrocontrigo, con muchos más habitantes que hoy. Para los niños del pueblo, había tres escuelas de niños y tres de niñas. Recuerdo el baile de los domingos, al son de la gramola, y la plaza llena de jóvenes. El campo estaba cultivado, el monte limpio y los incendios del pinar eran infinitamente menos dañinos que ahora. Hoy miro desde mi casa y veo que los vecinos de las casas próximas superan los setenta años. Muchas quedarán vacías y Castrocontrigo seguirá perdiendo población como la provincia. Estudiando los doce indicadores de bienestar social en España publicados hace unos días por la Fundación La Caixa, vemos que, sobre una nota máxima de 10, la provincia de León solo alcanza un notable (un 7) en seguridad ciudadana. Estamos muy alejados de las regiones españolas con mayor nivel de vida. León está en decadencia. El leonés es emprendedor solo cuando tiene que marcharse fuera, salvo honrosas excepciones. Aquí se ha instalado una atonía, una falta de ganas y un conformarse con lo que sucede que nos hace esperar una solución milagrosa que ha de venir de fuera. Esperamos la instalación de grandes empresas con capital foráneo, mientras guardamos nuestro dinerillo en el banco sin moverlo, para que no le de el aire y se acatarre. El riesgo mayor que c orremos es la compra de un piso en alguna ciudad. Ya se sabe, el ladrillo es una inversión segura y malo será que pierdas dinero. La inventiva, la iniciativa y el riesgo le resultan tan extraños al leonés medio como los marcianos. Así nos va. La evolución de otras regiones es más palpable en la costa mediterránea, pero también en el interior hay provincias que hace unos años tenían un nivel de vida menor que el nuestro. Muchas de ellas le han dado una pasada a León digna de Fernando Alonso en la fórmula 1. Me duele León porque soy leonés y porque quisiera que mis hijos al menos pudieran decidir si quieren vivir aquí o desean marcharse a otro sitio. Quiero que lo decidan ellos, no que se vean obligados a irse. No me limito a quejarme. Mi familia ha invertido todos nuestros ahorros en empresas que están en León y que contribuyen modestamente a la mejora de las condiciones socioeconómicas de la provincia. Perdóneseme la referencia personal, pero creo que es necesaria. ¿A qué viene este preámbulo?. Me han obligado a escribir estas líneas las noticias sobre el proyecto de un insensato que pretende instalar una granja de cerdos en Sopeña de Carneros. He visto en televisión cómo se p resentaron en la Diputación unos cuantos vecinos decididos a que al loco se le corten las alas lo antes posible. ¡Una granja de cerdos!. Si fuera una fábrica de microchips o una delegación de la Nasa con 500 puestos de trabajo de alta cualificación habría que pensarlo, pero ¿una granja de cerdos en el campo?. Ni hablar. No sé quién es el atrevido. Supongo que ha presentado la solicitud habiendo gastado ya sus dineros para tener el preceptivo proyecto y el estudio de impacto ambiental que marca la legislación. Parece que quiere ponerla a un kilómetro del pueblo que es justo lo que marca la ley, algo que, por lo visto, le parece mal a una concejala. El alcalde se defiende de la que se le viene encima y explica que «desde el Ayuntamiento no se ha aprobado nada expresamente» . Los vecinos argumentan que «perjudicará los acuíferos que surten de agua a diversas localidades» . Una granja da trabajo al ingeniero que hace el proyecto, a la compañía eléctrica, a los que mueven la tierra y a los albañiles, fontaneros, electricistas etcétera, que la construyen. Después hay gente que trabajará en ella. Los cerdos comen pienso, que se fabrica con los cereales que se cultivan en nuestros campos, han de ser llevados al matadero y su carne sirve para abastecer y a la industria chacinera, tan importante en León. La granja tiene un mantenimiento en el que de nuevo intervienen albañiles, fontaneros, transportistas etcétera, etcétera, etcétera. El insensato que pretende construirla está invirtiendo, probablemente con un préstamo bancario, para contribuir a crear riqueza en una zona a la que no le sobran iniciativas empresariales. Como contrapartida, la granja genera purines, que tienen un 90 % de agua y el resto es materia orgánica que contiene nitrógeno, fósforo y potasio. ¿Alguien se habrá tomado la molestia de leer el estudio de impacto ambiental que debe llevar el proyecto?. En él figurará la cantidad de purín producida al año, la forma de almacenarlo, la forma y la época de esparcirlo en el campo según los cultivos a los que se destine y otros muchos datos que sin duda le aclararían las ideas a los opositores. En León se consumen al año más de 200.000 toneladas de abonos químicos que contienen principalmente, fíjese usted, nitrógeno, fósforo y potasio y los cultivos actuales tienen un déficit de materia orgánica que preocupa a los especialistas en suelos. En definitiva, la granja va a producir como desecho algo que necesitan muchos cultivos, principalmente los cereales, y que va a sustituir a abonos inorgánicos mucho más contaminantes de los famosos acuíferos y mucho menos beneficiosos para el suelo. Me asombra que algunos vecinos de un pueblo se opongan a que alguien cree riqueza en el mismo y más que algún político abandere esta oposición. Señores vecinos opositores, me gustaría saber cuántos hijos suyos trabajan en Madrid, Barcelona, Bilbao, etcétera y si se han ido allí por gusto o por necesidad. Por favor, infórmense de qué es el purín y qué problemas puede plantear a sus acuíferos, pero infórmense técnica y científicamente. Si los indocumentados que circulan y que opinan sobre lo que desconocen volaran, no veríamos el sol. Es alarmante que en una provincia que está en estado comatoso se coarten iniciativas empresariales, sean del tipo que sean, mientras cumplan con la ley. Este pequeño hecho es un reflejo más de la tendencia que ha conducido a León a donde está ahora mismo: al abismo. Exíjasele al promotor de la granja, como al de cualquier empresa, que cumpla la legislación vigente hasta la última coma. Una vez cumplida ésta, ayúdesele a desarrollar su actividad. Aunque sea en pequeña medida, contribuirá a generar riqueza y puestos de trabajo en una provincia a la que no le sobra ni la una ni los otros.

Cargando contenidos...