Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LA CIUDAD de Barcelona, que sigue siendo archivo de cortesía, que dijera Cervantes, a pesar de Carod-Rovira, que no dice más que cosas raras, se ha declarado en contra de las corridas de toros. Lo que ocurre es que las corridas de toros no se han declarado en contra de Barcelona y, por lo tanto, la actitud institucional no supondrá la suspensión de festejos. Estoy plenamente de acuerdo con lo acordado por el pleno del ayuntamiento de la ciudad condal en eso de reconocer que los animales tienen «sensibilidad psíquica y física». Mi duda es si la tienen los que creen que todo el mundo debe profesar sus gustos y opiniones. Las corridas sólo se acabarán cuando los toros se nieguen a embestir y los espectadores se nieguen a pagar una entrada. El número de detractores y el de partidarios ha estado siempre muy igualado. Egregios españoles, desde Lorca a Gerardo Diego, se proclamaron amantes apasionados. Otros compatriotas, también ilustres, como Wenceslao Fernández Flórez y Manolo Vicent, se declararon furibundos enemigos. Ramón Pérez de Ayala decía que mientras el Ministerio de Gobernación no suprimiera las corridas él pensaba ir a todas. Nadie se dará cuenta de lo que encierra el bárbaro y hermoso espectáculo si no repara en lo mucho que se parece un traje de luces a una casulla. El ritual sacrificio del totem de Iberia, que lleva aparejado una estatuaria fugitiva, es una ceremonia religiosa donde el sacerdote se la juega. Comprendo que a algunos no les guste, pero también que nos guste a algunos. Amo a los animales, aunque soy capaz de matar una mosca, que no sé si tiene sensibilidad psíquica y física. Siempre he tenido perros y bajo todos los días a llevarle comida a los gatos que se han aprendido el solitario camino de mi casa. Gracias a Dios tengo contradicciones. ¿Qué sería de mí si no las tuviera? Todo sería más aburrido. Además no quiero tener razón. Con la razón no se va a ninguna parte. Lo que pasa es que se me ponen los pelos de punta con una media verónica. Y tengo pelo.

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