Diario de León

EL MIRADOR

El Rey desdramatiza la política

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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UN REPUBLICANO independentista puede dialogar con el Rey sin que chirríen las instituciones del Estado. Es más, la audiencia real a Carod-Rovira ha desdramatizado la participación de Esquerra Republicana de Catalunya en la vida política del país. ERC forma parte del gobierno tripartito de la Generalitat catalana y se sienta en ocho escaños del Congreso de los Diputados. A pesar de ese protagonismo republicano independentista en la escena pública, no hay la menor sensación de que la patria esté en peligro o vaya a deshilacharse por sus costuras autonómicas. Se le puede criticar a Carod-Rovira, que renunció a su escaño en Madrid, por haber representado a su grupo parlamentario en las consultas preceptivas (artículo 99 de la Constitución) que don Juan Carlos ha mantenido con los grupos políticos del Congreso, pero la fotografía de La Zarzuela, sonrientes el Rey y Carod, desdibuja el patetismo con que el gobierno saliente impregnó la figura de este líder catalán, uno de cuyos errores, el de dialogar con dirigentes etarras, fue mayúsculo. Finalizadas en La Zarzuela las consultas, don Juan Carlos propuso a Manuel Marín, presidente del Congreso, al «excelentísimo señor don José Luis Rodríguez Zapatero como candidato a la presidencia del Gobierno». Las dos últimas audiencias reales fueron a Rajoy y al candidato. El líder popular anunció el voto contrario de su grupo a la investidura de Rodríguez Zapatero y una oposición «leal, constructiva y exigente». El resto de las fuerzas políticas habían revelado su inclinación a votar a favor de la investidura, aunque en la mayoría de los casos a la espera del discurso del candidato. En lenguaje demoscópico podría hablarse de «voto más simpatía» ante el debate de investidura de los próximos días 15 y 16. La simpatía que despierta el gobierno entrante como alternativa al saliente sugiere que Zapatero logrará una mayoría absoluta del Congreso al primer intento. El lunes 19 jurarán o prometerán sus cargos en presencia del Rey el nuevo presidente y sus ministros, iniciándose así el cuatrienio socialista 2004-2008, si la legislatura no llegara a acortarse. La oposición del Partido Popular va a ser dura, y la del resto de los grupos parlamentarios, apremiante y hasta coactiva en ocasiones. El gobierno no va a tenerlo fácil. Un ambiente político suavizado y nada propicio a la crispación facilitaría, sin embargo, el diálogo y el entendimiento entre posiciones dispares. En la sesión de investidura se apreciará seguramente si al voto popular en contra le acompañaría el de alguna sigla desencantando por el discurso de Zapatero o si la soledad del PP se haría aún más visible. En cualquier caso, tanto Mariano Rajoy como los portavoces de su grupo se verán obligados, antes o después del congreso nacional de su partido, a la vuelta del verano, a modificar su estrategia, basada en los últimos años de su gobierno en un cierto monopolio de las verdades absolutas. La verdad absoluta, en política, es la que se alcanza por el más amplio consenso, tras la renuncia de circunstanciales verdades relativas.

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