Rodríguez Zapatero y el oeste autonómico

COMO COORDINADOR de la Asociación pro-Identidad Leonesa, tuve oportunidad de sostener varias conversaciones con José Luis Rodríguez Zapatero, de las que guardo un muy grato recuerdo, ya que hubo comprensión y sintonía. Y en torno a ellas me voy a permitir unas reflexiones entretejiendo mi personal valoración hacia su persona. Su ejecutoria política provincial, la sutileza en el ámbito territorial autonómico, la dedicación y cumplimiento como diputado en el Parlamento de la Nación, siempre con los deberes bien hechos, suponen algo así como una continua formación en los avatares políticos, que, cual materia de aprendizaje, han tallado su estructura de político. La oportunidad de Nueva Vía fue su apuesta de partido y el inicio del viaje hacia la Moncloa. Pero, para alcanzar el liderazgo se necesita algo más que una sólida formación, que sin duda ha ido adquiriendo. Se precisa de unos valores personales intrínsecos, capaces de generar una aureola de confianza y simpatía, conocida como carisma, que, inexcusablemente, ha de adornar a un líder. En él parecen darse ésas circunstancias. Para que no haya confusión, ni falsa apreciación sobre cuanto aquí trato de apuntar, con naturalidad digo que no nos une un lazo de amistad en el sentido más estricto del término, sí en el más lato, cuando la afinidad y lo sentimental vienen a interrelacionarse afectuosamente. La coyuntura y el tiempo no dieron para más. Entré en contacto con él a propósito de la presentación de un texto sobre la identidad leonesa. Me estoy refiriendo naturalmente al Acuerdo por la Identidad Leonesa suscrito el 25 de abril del año 2000 por los partidos PP, PSOE y UPL, a propuesta de la propia Asociación pro-Identidad Leonesa. Las conversaciones preparatorias de ese acto, en especial durante el primer trimestre del año 2000, se vieron espaciadas en el tiempo por circunstancias netamente políticas, llámense elecciones al parlamento o los anteriores comicios municipales junto a sus respectivas campañas electorales y pactos pos electorales. Pero no fueron baldías las esperas, pues me permitieron observar con detenimiento sus movimientos de calidad política, en tanto aguardaba con impaciencia el momento propicio de reactivar el pulso de aquéllas. Su saber escuchar, con marcada deferencia y notoria concentración sobre lo expuesto por sus interlocutores, me dejó gratamente impresionado ya desde la primera de las entrevistas que sostuvimos algunos miembros de la asociación con él a propósito del acuerdo citado. Actitud que, en primer lugar, te anima a seguir con la explicación, en la medida que permanece atento, dispuesto a captar hasta el menor matiz del tema de conversación. Analiza y contrasta sobre la marcha, y por supuesto responde tranquilo con verbo fácil, refrendado por el tono grave de su voz, mostrando sus amplios conocimientos. Cuando ya había alcanzado el liderazgo del PSOE nacional, consciente de que en adelante serían muy difíciles las entrevistas personales con él, acudí el domingo 23 de abril del 2000 al Hostal de San Marcos, para, además de felicitarle sinceramente, recordarle con mi presencia el acuerdo que sobre la identidad leonesa suscribió su Partido. Mas, teniendo oportunidad, tras un efusivo saludo, pude hacerlo de palabra. Su respuesta, en la que aprecié una vehemente sinceridad, empezó con un: «Quédate tranquilo...», «¿has leído el titular de Diario de León?, dijo, en tanto me mostraba un ejemplar del periódico donde se podía leer en primera plana: «León estará siempre en mi corazón y en mi cabeza». No lo he podido olvidar. Y hoy, cuando ha alcanzado la presidencia del Gobierno de la nación, tras una excelente campaña durante la que hubo toda clase de contratiempos, puedo corroborar que la promesa no sólo está viva, sino que cobra mayor dimensión al concretarse en solemnes mejoras para el oeste de la comunidad autónoma. Personalmente me desasosiega que se emplee el eufemismo oeste de la comunidad, para referirse a lo que es la Región Leonesa. Sobre todo lo relacionado con la terminología manejada autonómicamente, en la que también aparece ese eufemismo que nos confunde y lesiona, tenía la esperanza que, fruto de aquéllas conversaciones, la pulcritud expresiva autonómico-leonesa iba a correr pareja con las vitales promesas socioeconómicas. Es más, quiero recordar que durante ellas nos habíamos prometido tener un especial cuidado en el empleo de los términos que afectan negativamente a la personalidad y territorialidad leonesas. Hoy deseo rememorarlo con la más esperanzada de las intenciones, al tiempo que le expreso mi más sincera enhorabuena por la posición personal que ha alcanzado y hasta donde ha conducido a su partido. La calidad humana, a no dudar, seguirá siendo una de sus mejores facetas. He ahí un auténtico leonés con carisma que se apronta a demostrar sus condiciones de estadista.