Diario de León

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SONRIENTE y feliz, Zapatero muestra su mejor talante para asegurar (aunque eso lo han dicho bastantes antes que él) que gobernará para todos y que el poder no le cambiará. El poder, de hecho, cambió a los predecesores de Zapatero, y nunca fue para bien: La Moncloa aísla y, como me dijo una vez Adolfo Suárez, nadie permanece siendo el mismo cuando constantemente sobrevuelas en helicóptero los atascos de tráfico. Pero está bien que, al menos, Zapatero sea consciente de que ha sido el talante, que es más importante que el talento, lo que ha perdido a Aznar y a los suyos el 14 de marzo. Si tuviese la oportunidad de escribir, simple ciudadano, una carta a Zapatero -y este artículo en cierta forma lo es-, le recordaría que, en tiempos de zozobra y de dolor, este país nuestro ha funcionado como un reloj suizo. La calma no se ha alterado, el tráfico no se ha colapsado, los servicios hospitalarios han funcionado, ha habido colas de donantes de sangre, los trenes reanudaron su servicio a las pocas horas de la masacre y los casi seguros autores fueron localizados a los pocos días. Cierto que a veces la clase política, en este caso especialmente la aún gobernante, tiene momentos y rasgos en los que no se muestra a la altura del conjunto de la ciudadanía, pero ello es casi secundario. El caso es que este país, con su clase política incluida, es una gran nación y que sus habitantes serían dignos del «sangre, sudor y lágrimas», que fueron los elementos esenciales, más que los cañones, con los que los británicos vencieron la amenaza nazi. Este país, España, merece más respeto que el mostrado por algunos editorialistas de ciertos medios extranjeros, que nos acusan de haber cedido nuestro voto al chantaje terrorista. Se trata de un análisis ultraconservador e interesado que para nada se ajusta al comportamiento que han mostrado los españoles. Sin duda, los ciudadanos han votado cambio, pero también se equivocarían Zapatero, su entorno y sus asesores áulicos si pensasen que la masacre del 11-M no ha ejercido ninguna influencia en su victoria: lo que dicen ahora casi todos los analistas a toro pasado es que, simplemente, aceleró la desconfianza hacia quienes gobernaban, y muchos que no pensaban votar se precipitaron a hacerlo a favor del PSOE para evitar que el PP, de cuya victoria estaban convencidos, lograse una mayoría absoluta. Claro que los afanes de cambio, cuando entramos claramente en una nueva etapa política, afectan a todos, y mucho se ha escrito acerca de que Mariano Rajoy, de haber ganado, no hubiese podido gobernar igual que Aznar. Ahora, lo importante es que Zapatero dosifique bien cuánto de cambio, cuánto de nuevo, quieren los españoles; porque hay mucho bueno que conservar en este país que, en los mejores y en los peores momentos funciona como un reloj. De nada sirve, sino para ser derrotado en las próximas elecciones, llegar con ánimo de vendetta y de revancha, querer producir de golpe y porrazo todos los cambios que se juzgan o apetecen necesarios. Eso es lo que yo le escribiría en una carta a PZ, si algún día él tuviese la humorada de leerla.

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