CRÓNICAS BERCIANAS
Los dioses de Viñales
SOBRE un viejo castaño y a la orilla de la carretera de Noceda, el dios Mercurio se aparece ante el caminante atravesado en el tronco del árbol viejo, como si hubiera quedado atrapado en su vuelo. Los brazos estirados, el perfil de las alas recortado en sus talones, el mensajero de la tierra, el mar y el cielo, dios del comercio y en otro tiempo conductor de las almas que pasaban al infierno, es una sombra de chapa galvanizada que recuerda la leyenda de quien fuera genio de la elocuencia, inventor de la lira, y posiblemente el personaje más pícaro del Olimpo griego. Ya entrando en Viñales, en el paraje de Las Linares, Marte cuelga de un árbol después de transformarse en jabalí para matar al amante de Venus, como si no hubiera tenido tiempo de recuperar su forma original y alguien lo hubiera cazado y puesto al sol para despellejarlo. Unos metros más allá del dios de la guerra, la cola misteriosa de una sirena nace del tronco de un fresno donde anidan las cigüeñas. Y subiendo una colina, al otro lado del pueblo, donde sólo el viento puede acercar la voz encantada de la sirena del fresno con el canto que enloquecía a los marineros y que tanto temor despertó en Ulises a su regreso de Troya, surge el perfil de una torre, quién sabe si de la propia ciudad asediada, y el enigma de una mano asomando en su ventana. Y desde el mismo promontorio, todo lo contempla el minotauro, cuerpo de hombre y cabeza de toro, y primer personaje de la mitología griega que el pintor y escultor Juan José Albares comenzó a colocar en los parajes de Viñales a mediados de la década pasada. Se trata en todos los casos de figuras de chapa galvanizada y pintada, de entre dos y tres metros de longitud, ancladas a la tierra o a los árboles. Figuras amenazantes, misteriosas, cuando no un punto provocadoras, que asombran a quienes las descubren por primera vez en mitad del campo o a un lado de la carretera. La de Mercurio ha sido la última figura que Albares, uno de los jóvenes talentos que ha encontrado el apoyo del Instituto de Estudios Bercianos (IEB), ha situado en el entorno de su localidad natal. En su día, el parque del Plantío ya acogió por un tiempo su colección de culebras policromadas y para el próximo año, y de nuevo con el patrocinio del IEB, el escultor ya está preparando una muestra que toma como soporte las hojas de los árboles para exhibirla en Ponferrada, aunque esta vez sea en el interior de una sala de exposiciones. Otros artistas ya consagrados llevan años haciendo algo semejante a lo que se está atreviendo a hacer en su pueblo Juan José Albares; sacar el arte de los museos para integrarlo en el paisaje. Y es que lo mejor de la imaginación de Albares es que nos queda cerca. Que uno no tiene que viajar hasta un puerto del norte para contemplar los colores vivos de un rompeolas, o desplazarse hasta el bosque pintado de Oma. Que, mejor o peor valorado, uno se puede encontrar un paraje convertido en arte más cerca. Basta con acercarse a Viñales. Mercurio les espera.