SOMOS LEGIÓN
Abrir la ventana y respirar
EN estas tierras altas, ya lo dijo Machado, primavera tarda; pero es bella y dulce cuando llega. Este pueblo, esta nación que se quiere de naciones, este país, esto donde vivimos que llamamos España por esa extraña tradición de dar un nombre al lar donde amamos y reñimos, necesita el remanso de la primavera. Hierba joven y fresca en la que recostarse y dialogar sobre la vida. Ese es el mejor aval que tienen quienes van a tomar las riendas del gobierno en la etapa que comienza: el íntimo, el urgente deseo de revisión de casi todo, de sosiego, que se aprecia en una sociedad desconcertada por acontecimientos desbordantes, abrumada por ese estupor que se produce cuando alguien te golpea brutalmente después de decirte amablemente buenos días. Una sociedad que quiere abrir la ventana y respirar un aire renovado en el que el paisaje cotidiano no esté plagado de extraños enemigos. O sea, una sociedad que pone sobre la mesa el aval del diálogo y la esperanza. En todo caso no olvidemos que todos somos sólo hombres. No se pueden esperar milagros de quienes son especialistas en inundarnos de promesas, ni debe faltar un punto de sana sonrisa escéptica al escuchar los, sin duda sinceros, compromisos de humildad y de nuevos talantes. Y es que aunque todo eso, y más, quede hoy escrito en la primera página de un gran cuaderno que abrirá Rodríguez Zapatero en el Congreso, las páginas que siguen están en blanco y se escribirán con palabras que nadie, ni siquiera él, conoce. Pero bastaría para pasar con dignidad a la historia si esos renglones se van escribiendo con la tinta de la justicia y de la solidaridad, dos pilares sobre los que siempre debería descansar cualquier proyecto de un partido político serio y más de uno que se apellida socialista, obrero y español. León va a tener en ese cuaderno un protagonismo muy marcado porque además del propio Zapatero, un buen número de leoneses van a detentar altas responsabilidades. Quizá es tiempo de restañar de verdad tantas marginaciones y olvidos y, sobre todo, sentar las bases de un futuro mejor para quienes, con todo derecho, lo están reclamando. De momento es hora de desear y desearnos suerte.