EN BLANCO
Miedo a la realidad
¿PUEDE convertirse el Parlamento en el centro real de la vida política como quiere el presidente Marín?. A juzgar por las sesiones de investidura habría que dar una respuesta negativa: ni el candidato a la Presidencia ni el jefe de la oposición fueron capaces de enfrentarse, en sus discursos, a la convulsión que vivió España entre los días 11 y 14 de Marzo. Un par de alusiones a la masacre son una cláusula de estilo vergonzante. Es llamativo que el atentado más sangriento que ha sufrido nunca un país europeo haya sido tocado de refilón. ¿Para qué, entonces, el Parlamento si la propia realidad es para los diputados materia tabú?. Un corresponsal italiano me confesaba que el silenciamiento de la masacre había dado a las sesiones de investidura un aire surrealista. Los representantes de los partidos -de todos- no sólo esquivaron la acción terrorista del 11 de Marzo sino también la nueva guerra santa que ha declarado, desde hace tres años, el fundamentalismo islamista a la civilización occidental y, por tanto, a España. Que los críticos con la intervención hayan querido aprovecharse políticamente de esta no prueba sino su oportunismo. Francia y Alemania estuvieron en contra de la coalición Bush/Blair/Aznar y, sin embargo, están en pie de guerra. De este contexto mundial tan inquietante el Parlamento español tan solo tocó la cuestión de Irak y aún ésta tan sólo en relación con la posible retirada de las tropas. Es una vuelta al ensimismamiento, el miedo de los españoles a asomarnos al exterior, el complejo a estar en el mundo con todas las consecuencias. Una prueba de ese sentimiento de inferioridad fueron la sentenciosa consideración que hizo Rodríguez Zapatero al decir que «lo que es bueno para Europa es bueno para España». ¿Olvida acaso que los intereses de España son absolutamente contradictorios con los de Francia y Alemania en punto a la representación?.