Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Telice, 30 años

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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ESTA semana Telice (Teléfonos, Líneas y Centrales, S.A.) cumple años. La víspera de la fiesta de la Comunidad la empresa conmemora su 30 aniversario. Veinte años no son nada en el tango, pero 30 son casi una eternidad para una empresa. Una empresa que nació casi desde la nada, con cuatro empleados y el jerarca ejerciendo de padre padrone. Es pequeño de estatura, pero inmenso de dimensión. Tan inmenso como Ulises. Se llama Cesáreo González. No, no; no es aquel arquitecto ni productor de cine que publicitaba las islas Cíes en los rótulos de sus películas. Nuestro Cesáreo es el pequeño de una saga de doce hermanos, con carné de origen en Cabanillas, margen izquierda del Bernesga, un pueblecito mínimo, tan pequeño como el mío. A los dos se les puede ver subidos a una silla. No conoció a su padre, pero tuvo la suerte de disfrutar de la sabiduría, el consejo y la templanza de su hermano mayor, Lisardo, al que venera incluso después de muerto. Cesáreo González, aunque calla más de lo que debe, está orgulloso de su trayectoria. Es lo que decía Ortega: la satisfacción de la obra bien hecha. Estudió ingeniería técnica industrial en la Escuela de Gijón. Imprimía carácter. Sus primeros cuatro años de titulado los gastó en la educación -tres de ellos como jefe de estudios- en el Instituto Laboral de Santa María del Páramo, y de ahí a Radiotrónica. Y finalmente fundó Telice. De aquellos cuatro empleados de hace 30 años ha pasado a pagar una nómina mensual de más de 140 trabajadores como mínimo. Telice funciona en toda España: desde Puigcerdá a Sevilla, desde Barcelona a Fuentes de Oñoro. Ha sembrado de fibra óptica todo el país. Antes lo hizo con hilos de cobre de 3 milímetros con cables multiconductores y coaxiales. Cesáreo es un joven exponente del joven emprendedor. En una ocasión -hotel Cuzco, Madrid- Ruiz Mateos le tendió la mano. ¿Le conozco a usted?, preguntó. Cesáreo le contestó con humildad: yo a usted sí, usted quizá a mí no, no. Soy un insignificante empresario de León, con menos alas que las abejas de Rumasa. Ruiz Mateos, sin saber con quién se jugaba los cuartos, le espetó: ¿Cobran a final de mes sus trabajadores? Ante el asentimiento de Cesáreo, le rotundizó: Ahí está el auténtico empresario. Mi amistad con Cesáreo González es tan vieja como nuestra propia andadura de vida. Celebra con júbilo esta semana su 30 aniversario de Telice. Pero a medio camino ha hecho otras cosas. Por ejemplo: ha dedicado 12 años al Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales como decano. Fue vicepresidente de este periódico, en el que nunca puso limitación a mi libertad. Soy consciente de que las nuevas tecnologías, en las que se mueve Telice, han transformado los métodos. Pero no han cambiado el propósito de nuestra profesión: proporcionar al ciudadano la información que necesita para ser libre y gobernarse a sí mismo. El jueves próximo, Cesáreo González cederá todos los trastos de Telice a su hijo: César González Álvarez, licenciado en Físicas y máster en dirección de empresas. Lo deja en buenas manos. De tal palo, tal astilla.

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