Altermundialistas

VARIEDAD de personas y asociaciones alzan la voz contra el liberalismo económico, la mundialización del negocio sin ética. Esta galaxia crítica se nutre de mucha gente: políticos (Lula, Oskar Lafontaine, Ralph Nader), intelectuales (Antonio Negri, Noam Chomsky), movimientos cristianos (Caritas, Pax Christi), periódicos (L'Humanité, Guardian, Liberazione), internet (Z-net), asociaciones campesinas (Asamblea de Pobres de Tailandia, Sin tierra brasileños, Conféderation paysanne), ONG (Greenpeace, Amigos de latiera, Oxfam, Global Watch) y colectivos sindicales y radicales. Algunos planteamientos han tenido éxito, como el acceso a los medicamentos genéricos baratos contra las pandemias. En la reunión mundial de comercio de Cancún, el apoyo a los países pobres fue fundamental para romper el yugo impuesto por Estados Unidos y Europa, con el veto africano opuesto a la explotación por las multinacionales. Puede parecer una chorrada que Nike, a fuerza de verse abochornada por asociaciones de consumidores, firme un código de buena conducta laboral y renuncie a lucrarse con niños trabajadores. A partir de las protestas callejeras de Seattle, en 1999, vemos un encuentro fructífero de la clase obrera amenazada por huida de empresas a paraísos laborales, pequeños agricultores arruinados, economistas antiliberales, ecologistas y jóvenes morales que diseminan ideas contrarias al neoliberalismo. Hay quien piensa que se trata de una revancha promovida por izquierdistas resentidos. No obstante, el fuerte compromiso de la iglesia, movimientos católicos y protestantes que impulsan la justicia, explica que su sintonía con partidos rojos impacte fuerte incluso en núcleos tradicionales. El grueso del personal altermundialista es humanista, alejado del marxismo. Aunque Bush, de mente carca, considera una legión enemiga y demoníaca a este movimiento, los líderes europeos, menos zopencos, se dan cuenta de su fuerza juvenil, innovadora y crítica.