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Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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FUE, SÍ, un bombazo informativo. Así calificaba ayer este periódico y lo recogieron en primera página los diarios de todo el mundo, la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero y del nuevo Gobierno, anunciada antes incluso de la primera sesión del Consejo de Ministros, de dar por finalizada la misión de las tropas españolas en Irak. Rodríguez Zapatero, acompañado por la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, y del ministro de Defensa, José Bono, dijo con solemnidad que comenzaba la repatriación de una forma ordenada y tranquila para que pueda ser ejecutada en el plazo aproximado de dos meses. No hay retirada ni repliegue. Finaliza la misión que oficialmente tenía fecha de caducidad: el 30-J. Antes, y durante la campaña electoral, José Luis Rodríguez Zapatero había dicho, por activa y por pasiva: si para el 30-J la ONU no se ha hecho cargo de la situación, los soldados españoles regresarán a casa. El rechazo y el clamor ciudadano no dejaron margen a la duda. Durante los últimos quince días se ha desarrollado una intensa campaña diplomática. De hecho, comenzó semanas antes con las reuniones de Zapatero con los líderes mundiales que acudieron a Madrid al funeral por las víctimas del 11-M. Bono, Moratinos y Solana intensificaron sus reuniones con los gobiernos de Europa y de Estados Unidos. La conclusión final fue determinante: No se dan, ni van a darse, de aquí al 30-J, las condiciones para que Estados Unidos ceda a la ONU el control político y militar de Irak. Tras llegar a ese punto sin proyección ni retorno, el Gobierno ha hecho bien en anunciarlo y comenzar desde ya la repatriación de las tropas para evitar malos entendidos posteriores. Para que cualquier provocación, secuestros o nuevos muertos -no deseados, pero posibles- pudieran complicar la decisión política que estaba tomada de antemano. Una decisión que confirmó el propio Bono ayer en rueda de prensa, al término del Consejo de Ministros. Dijo que el regreso será inmediato. Desde el punto de vista de los intereses españoles, la decisión de dar por finalizada la misión no sólo es oportuna y convincente, sino la mejor que podía tomarse. El objetivo para justificar la presencia -la ayuda humanitaria- ya no existe. Irak es hoy una nación con impulsos más ardientes que las arenas de su desierto. No comprendo tampoco que el líder de la oposición, Mariano Rajoy, visione a nuestro país como más vulnerable al terrorismo. Y todavía menos a algunas lenguas de doble filo. Las tropas españolas se fueron a Irak cumpliendo órdenes del Gobierno de España y regresarán, al concluir la misión, cumpliendo otras órdenes del Gobierno de España. No vendrán, como suponen algunos cavernícolas, con el rabo entre las piernas. Serán recibidas con los honores que le corresponden. Y dos apuntes de urgencia de la primera reunión del Consejo de Ministros, aunque habrá más, muchos más: se han convocado para el 13-J las elecciones al Parlamento Europeo y Segundo Martínez, babiano y amigo, fue nombrado, como estaba escrito en el cielo de Candemuela, director general de Seguridad de presidencia del Gobierno.

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