Kofi Annan no lo ve claro

El asesinato selectivo es, junto a la cirugía, lo que más ha progresado en los últimos tiempos. A Abdelaziz Rantisi, primer suplente del jeque Yasín como líder de Hamás, se lo cargaron mediante dos misiles disparados desde un helicóptero israelí, cuando viajaba en coche por Gaza. Iba con su mujer, su hijo y varios guardaespaldas y es de suponer que todos estén ahora juntos en el paraíso prometido. Ya le han buscado sustituto, pero no quieren revelar su nombre, no sea que emprenda el mismo camino celeste que sus antecesores. ¿Será por líderes religiosos? Las tierras inhóspitas los producen en abundancia. Ni en Palestina, ni en Afganistán, ni en Irak van a ir bien las cosas en un plazo cercano. Son muy difíciles de arreglar después de haberlas estropeado. Kofi Annan acaba de decir que la tarea de Naciones Unidas es buscar un consenso, no un milagro. Chesterton estaba convencido de que lo más curioso de los milagros es que ocurren, pero como ni el secretario general de las Naciones Unidas ni nosotros hemos presenciado ninguno, descreemos de ellos. Aunque no haya milagro, se dispone José Luis Rodríguez Zapatero a cumplir su promesa, que tanto nos ha gustado a casi todos, de retirar las tropas. Annan está dispuesto a trabajar, pero seguro, y desea que la fuerza multinacional continúe después del día 30 de junio. La cadena de venganza suma más eslabones, mientras crece la tensión en Nayaf, que es donde más se concentran los chiíes airados. Quien a hierro mata a hierro muere y nadie le quita hierro a la cosa. Los periódicos y los telediarios chorrean sangre, como la película de Mel Gibson sobre la pasión de Cristo, que por cierto no me gustó ver, pero me gusta haberla visto. Hay sangre por todas partes, incluso por los alrededores del estadio del Manzanares, y esta vez llegó al río. 28 heridos, de un bando o de otro. Arbitrar un encuentro Atlético-Real Madrid es tan arduo como arbitrar la paz en Irak, pero Kofi Annan no va de corto, ni puede enseñar tarjetas.