LA VELETA
Le agradezco el detalle, presidente
EL 5 DE ABRIL escribía yo aquí: «Si yo fuese ZP, no me esperaría al 30 de junio para retirar de Irak a nuestros soldados: los haría regresar al día siguiente de tomar posesión de la presidencia del Gobierno, por la misma regla de tres que José María Aznar dispuso por su exclusiva cuenta y riesgo la participación española en la guerra y en la invasión del país». Pues eso es lo que ha hecho exactamente ZP: dar la orden al día siguiente de su toma de posesión. Le agradezco el detalle, presidente... Yo sabía, decía y no sé si llegué a escribir, que el nuevo presidente del Gobierno español no podía demorarse ni un solo día, pues cada día o cada hora que pasase podría convertirse en cómplice involuntario del gran atropello que otros habían perpetrado. ZP no podía sostener ni por un solo momento una situación derivada de una guerra y de una ocupación ilegales, injustas y, además, contrarias al sentir abrumadoramente mayoritario de la ciudadanía española. La acogida de la decisión ha sido de aprobación entusiástica, con la única excepción de siempre, la del PP, que desaprovecha otra maravillosa ocasión de desmarcarse de la nefasta y destructiva política impuesta por Aznar. Lo único que se les ocurre es criticar la medida porque, según ellos, no cumple los requisitos necesarios. Pero quiénes son ellos para exigir cosas así, cuando la participación en la guerra de Irak, la invasión y el envío de las tropas fueron decisiones arbitrarias, ilegales y contrarias a la legalidad internacional. Más prudente sería que no mentasen la bicha. Zapatero no tiene que contar con nadie para dejar sin efecto unas decisiones ilegales y contrarias a la voluntad de todos los partidos y de la opinión pública española. Si da cuenta de ello al Parlamento o si lo sometiera a su refrendo, sería un acto de generosidad superabundante y no sé siquiera si conveniente, pues quizá haría suponer a algunos que las decisiones que se invalidan gozaban de alguna legitimidad. Cosa que es radicalmente ilusoria. No es como las leyes que van a derogarse, que tenían la legitimidad de su aprobación parlamentaria.