Demasiado barato, paisa

EL MORO del barrio se está poniendo morado de vender alfonbras desde el 11-M. Antes tenía que peregrinar, como dice él, de la Ceca a la Meca y le salían callos en el pulgar de apretar timbres en cada bloque repitiendo aquello de «barato, paisa». Hoy, en cambio, es un hombre de considerable fortuna, al que sonríe la baraka . Nada más ser visto en la calle el vecindario se apresura a comprarle sin regatear las más exóticas mercancías: cus-cus precocinado las amas de casa, esterillas el pobre de la esquina y relojes de arena sumergibles el ejecutivo del supermercado. Incluso en la taberna el tinto de media mañana ha sido sustituído por té con uvas pasas y los más viciosos le hemos comprado una pipa de agua. El nuevo Gobierno ha decidido retirar las tropas españolas de Irak, que eran menos de 1.200 reclutas, los cuales no dan para mucho ni han conquistado nada, pero, teniendo en cuenta lo que hizo Hernán Cortés en Méjico con una tropa menos nutrida, incluídos los estómagos, al parecer se ha llegado a un acuerdo con el imán rebelde Mustafá Al Sadr, el cual ha ordenado que los nuestros puedan «volver en paz a casa». El ministro de Defensa, señor Bono, ha dicho, a su vez, a sus huestes, que el ejército español nunca recula, sino que maniobra dando media vuelta y sigue avanzando. Volviendo al barrio, el barbero, que pasa por ser el mejor informado despues de poner a remojo y pelar muchas barbas entre confidenciales conversaderas, sostiene la tesis de la que la reciente prosperidad del moro se debe al «efecto Zapatero». «Si negocian en Madrid y Bagdad», blande las tijeras como si fuera un alfanje, «qué podemos hacer nosotros?». En cuanto al moro, le propusimos comprarle el otro día toda la mercancía, la mitad al contado y el resto con una visa no clonada por el hindú del locutorio, con tal de que no nos pusiera fueros artificiales por su cuenta en el paso a nivel del Crucero, pero se limitó a responder «demasiado barato, paisa». Así que hemos nombrado al barbero jefe local del CNI (Coño Ni Idea) para negociar una tregua en las rebajas. Pero con la navaja en la patilla y el aliento en el cogote, como un tal Bush, que ya los tiene medio afeitados.