Diario de León
Publicado por
RAFAEL TORRES
León

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LA RETIRADA de los soldados españoles de Irak no sólo evita desgracias y devuelve a nuestra Nación el pleno uso de su soberanía en la escena internacional, sino que lo hace mediante una forma política por la que la ciudadanía recupera la confianza en la política precisamente: la de la promesa electoral cumplida. Con esa sumisión a la palabra dada, el nuevo Gobierno se presenta, en estos primero compases de su legislatura, como lo que debería ser siempre todo Gobierno, el instrumento de que se dota la ciudadanía para su servicio y para el cumplimiento y satisfacción de su voluntad mayoritaria. Nada que ver, afortunadamente, con el anterior Ejecutivo, que por su compulsión mesiánica y fundamentalista gobernó, particularmente en lo relativo a la agresión armada a Irak, contra la voluntad del pueblo, contra sus intereses (la paz, sobre todo) y a sus espaldas. Pero al cumplimiento de la promesa electoral que más contribuyó a su victoria en las urnas, el Gobierno puede sumar la diligencia con que la ha cumplido, una diligencia que no se contradice, además, con el plazo que había establecido para la retirada de las tropas de ese lugar al que nunca debieron haber ido: como quiera que ese retorno llevaría para completarse un mes o un mes y medio, y como quiera que la condición para permanecer en Irak, el pleno control pacificador por parte de las Naciones Unidas, es quimérica e imposible, nuestras tropas empiezan hoy a recoger sus petates para tenerlo recogido al término del plazo dictado por el compromiso. Todos los españoles, no importa de qué lugar, credo o ideología, tiene hoy motivos para estar alegres y satisfechos: nadie matará a los nuestros, los nuestros no matarán a nadie y el nombre de España deja de sonar en el mundo asociado al asqueroso nombre de la guerra.

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