Festividad del 23-A

CASTILLA Y LEÓN celebra hoy su festividad institucional. La fiesta de una derrota, con Bravo, Padilla y Maldonado, cuyo espiritu flota en la campa de Villalar, pero no enardece a los castellanos y leoneses, sobre todo a los leoneses, muchos de los cuales podrían contestar como aquel hijo de un dios menor: «¿Y esos en qué equipo jugaban?». La festividad se conmemora también en Aragón, San Jorge, y en Cataluña, Sant Jordi, día del libro y de la rosa, siempre roja. Hoy tendremos difícil encontrar una costura de enhebración de nuestra Comunidad, ni el espiritu que suponen los jerarcas, ni de todos aquellos que desde el valle no alcanzan a ver la cima. Pero cada festividad tiene su víspera y su colación. Y la víspera de la fiesta que se escenifica hoy en la campa de Villalar, tuvo solemnidad ayer en el Real Monasterio de San Zoilo, ubicado en Carrión de los Condes, paso obligado de peregrinos. Un Monasterio del siglo XI, benedictino, en el que se cantaba en gregoriano y ser rezaba a Dios en cada verso. Perteneció a esa especie de multinacional monástica del Cluny, a la que le daba sin cuidado que entre sus lápidas estuvieran los restos del mártir hispanorromano Zoilo. Hoy es un extraordinario complejo hotelero, un lujo del románico del que pueden disfrutar, y de hecho así ocurre, muchos viajeros, especialmente los amantes de la buena cocina que la tiene. Y el Real Monasterio de San Zoilo, milenario, con iglesia, claustro y refectorio, un lugar para embelesar a Peridis, se celebró ayer la entrega de los Premios de Castilla y León correspondientes al 2003. Sacaron de Valladolid el «glamour» intelectual, científico, artístico, social, humanista o deportivo. Las emisoras de radio, mientras regresaba a León, competían en la información. Hasta cruzaron un desencuentro institucional entre la Junta y Rodríguez Zapatero. Juan Vicente Herrerra se agarró al asa de la programación de la entrega de los Premoios, en tanto que desde la rosa se vendió que, de ninguna manera, se pretendió poner sombras con la visita de ZP a su ciudad, cumpliendo otras de sus promesas. Lo que escuché en las ondas es para enmarcar: por uno y otro lado. En el Monasterio de San Zoilo, la crème política, judicial e intelectual empezaba a «bajar para abajo» por las escaleras románicas. Y en León las aceras eran como hilos para vitorear a José Luis Rodríguez Zapatero. Apago el radiocasete avergonzado y me decido a vocear el cuadro de honor de la Comunidad. Carlos Martínez Alonso obtuvo el reconocimiento en Investigación; Ana Jiménez, el de las Artes; esa diosa roblana arrugada que es la escritora Josefina Aldecoa, el de las Letras; Germán Sánchez, el de las Ciencias Sociales. El de Medio Ambiente lo recibió Eduardo Galante, en tanto que los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, el de Valores Humanos. El de conservación y restauración patrimonial se lo han entregado a Juan Carlos Elorza, y por último, a un segoviano que fue capaz de acortar las distancias entre la tierra y el cielo en el Tour de Francia, el ciclista Perico Delgado, el de Deportes. Salud y enhorabuena a todos.