La lectura y el fútbol

CADA VEZ que llega el 23 de abril se abren las puertas de las editoriales y librerías para dar paso a la propaganda programada de la lectura. En una fecha en la que se concentran tantas cosas: Villalar, San Jorge, las muertes de Shakespeare y Cervantes..., el libro, o más bien la lectura, cobran un protagonismo del que carecen el resto del año. Los comentarios más pesimistas insisten en que en España se lee poco, lo que es considerado un enorme y gravísimo problema de difícil solución. En cambio, casi todo el mundo sabe las clasificaciones del fútbol nacional, los campeones y nombre de los pilotos de Fórmula 1 o de las distintas categorías de motociclismo. Y los conocen desde los niños hasta los abuelos, así que no es peregrino pensar que todos estos datos deportivos deben ser esenciales para la vida nacional y no tanto la lectura, porque nadie o casi nadie la practica. Si alguien, cosa bastante rara, por cierto, se empeñara en buscar una explicación a tamaño despropósito, seguro que se resaltaría el hecho de que el fútbol es importante para España porque es un mercado que mueve cientos de millones de euros. Aventurando una cifra, unos 600 millones de euros (unos 100.000 millones de las antiguas pesetas centavo más o menos), cantidad importantísima sin duda, lo que explicaría a su vez la importancia que le da la televisión, la radio y los periódicos: más de la mitad de la programación está dedicada al fútbol. No obstante, conviene resaltar en este corto espacio por lo menos, que el mercado editorial, el de los libros y la lectura, mueve cuatro veces más esa cantidad de millones. Sin embargo, la astronómica cantidad de 2.400 millones de euros no se considera importante para dedicarle un solo minuto en los telediarios, por ejemplo. Tal vez por ello mucha gente no sepa que hay libros que sirven para enterarte de todo, desde los resultados del fútbol hasta saber de dónde venimos y quiénes somos, o por qué no somos musulmanes. Aunque tal vez no sea cuestión de dinero. Pues, ¿de qué?