Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

Apague usted la radio

Ponferrada

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LA PALABRA libertad es de aquellas que llenan por completo la boca al pronunciarla. No deja espacio para otras porque las calla todas. La palabra libertad fue la más pronunciada durante la noche del sábado en Ponferrada, en el transcurso de la gala de los Micrófonos de Oro. Un acto social de altos vuelos que Luis del Olmo ha traído a su ciudad por segundo año consecutivo y a lo que parece para siempre (que duren los premios), porque la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión ha querido complacer al presentador de Protagonistas y ha decidido que sea su patria chica la que acoja la entrega de forma permanente. A Del Olmo le hubiera gustado que el presidente de la Junta hubiera sido igual de receptivo con otro de sus deseos, y de muchos ponferradinos, y se hubiera comprometido a financiar la construcción de un Palacio de Congresos para evitar que año a año sea necesario esconder las gradas del pabellón del Toralín para celebrar el ceremonial. Pero Herrera se hizo el sueco y no prometió nada. Sólo pronunció buenas palabras para alabar la gala y el poder de convocatoria que mantiene la figura berciana de la radio. De todos los premios, el más acertado por más necesario, ha sido el que las asociaciones de radio y televisión han concedido al periodista marroquí Ali Lmrabet; el Micrófono de Oro a la Libertad de Expresión. Lmrabet ha tenido la boca lo suficientemente grande para que le quepan esas tres palabras sin atragantarse y para ejercer lo que dicen en un país, el suyo, que todavía esta lejos de ser una democracia real. Más o menos como todas las demás, pero con el agravante de que allí todavía encarcelan a quienes como Lmrabet se atreven a discrepar. Aquí, afortunadamente, hace casi treinta años que ya no se llega a tanto. Como mucho se acusa a ciertos medios de cambiar Gobiernos, como si hubiera algo ilegítimo en ello, en ofrecer un enfoque discrepante con la versión oficial, en contar lo que otros no cuentan o no quieren contar y que cada uno actúe en consecuencia. Esos que acusan con tanta facilidad en lugar de hacer autocrítica, deben de ver a los votantes como ovejas que se dejan conducir a las urnas. Mejor no contarles demasiado, no vaya a ser que se enteren de que no se les dice toda la verdad. Y ya se sabe que las medias verdades son las mentiras más grandes. Así que la palabra libertad estuvo en muchas bocas la noche del sábado. En boca de Bono, que fiel a su condición de socialista cristiano habló de milagros laicos cuando la verdad llega al ciudadano. En boca de Gabilondo, que habló de unidad y de la complicidad necesaria entre los medios de comunicación y la libertad del hombre. Grandes palabras. No sé si al menos Bono, que ahora gobierna, las dijo con la boca pequeña. En cualquier caso, lo triste es que después de treinta años de democracia, a la libertad de expresión todavía haya que invocarla. Hay quien ha llegado a decir que en una jornada de reflexión hay que apagar la tele y desenchufar la radio. No ver nada. No escuchar. Lo dicho. Apaga y vámonos.

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