Diario de León

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LA DEMOCRACIA es un régimen de opinión pública basado en dos pilares: la separación de poderes y la alternancia: A eso hay que añadir el sistema de contrapesos que suponen otras instituciones tales como los medios de comunicación, sindicatos, asociaciones profesionales, confesiones religiosas, etcétera, contrapesos sin los que el abuso de poder de los poderosos, estaría servido. Alternancia también quiere decir oposición. El papel de la oposición es una de las claves del sistema democrático como ha quedado bien patente en el ciclo político que se cerró con las elecciones del pasado 14 de Marzo. Dada esa importancia, tengo para mi que el PP hará bien en plantearse la seriedad de la encomienda recibida. Estar en la oposición no es sólo un estadio transitorio de vigilia entre dos etapas de poder. Es algo más. Es participar activamente en el control del Gobierno mejorando sus actuaciones. En ocasiones, por el muy pedagógico camino de ofrecer alternativas. Por eso creo que al PP le vendría bien desterrar algunos de los tics que caracterizaron al aznarismo de la última legislatura y encontrar el tono del 96, cuando llegaron a pactar con los nacionalistas catalanes de CiU y tenían puentes con el PNV. No ignoro que después el PNV se fue a Lizarra, pero Arzallus ya es historia -escribo el término con letra pequeña-. España es una vieja Nación hecha sobre la raíz fértil de muchos pueblos y todos tenemos derecho a estar en ella como bien dice nuestra Constitución. Tengo para mi que en estos tiempos en los que se anuncian proyectos gubernamentales preñados de ideas y cambios que llegan hasta las faldas de la montaña constitucional sería más necesario que nunca contar con una oposición firme, pero racional. Una leal oposición. Mariano Rajoy tiene, pues, la palabra.

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