EL BALCÓN DEL PUEBLO
Futuro del Consejo Comarcal del Bierzo
RICARDO González Saavedra, presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, no parece un hombre fogoso. Tampoco un político al que le puedan los impulsos. Sus declaraciones de la semana pasada, en víspera de la fiesta comunera, invitaban a la controversia política sobre cuál es el papel que ha de jugar el órgano institucional que preside. Sus declaraciones fueron contestadas por la ex-presidenta Rita Prada, también socialista; por Fátima López Placer, responsable comarcal de los populares, y por Fernando Valcarce, del PB. Quizá el procedimiento de González Saavedra fue más intuitivo que reflexivo y ha merecido que los demás hayan salido a la palestra. Abrió el debate. Un debate necesario e imprescindible. Ha pasado casi un año desde las elecciones locales que otorgaron a los socialistas mayoría absoluta y continúa la crisis política de definición del Consejo Comarcal. O no ha querido abordarlo o no le han dejado. Me aferro a lo segundo. Le ataron de pies y manos dos conflictos: el sostenido con los cuatro díscolos de su propio partido, capitaneados por el corregidor de Bembibre, Jesús Esteban, y el sorduno que libra con el Ayuntamiento de Ponferrada. Dos conflictos que, tal vez, han jugado a la contra para la reflexión de qué debe hacerse y qué debe ser el Consejo Comarcal. Hace unos meses, el ilustre berciano César Gavela, diagnosticaba que El Bierzo está dejando de ser El Bierzo para convertirse en la comarca de Ponferrada. Puso el dedo en la llaga. Yo amparé, desde este balcón, su misma reflexión. Los datos son mágicos e inequívocos: Hoy, más del 50% de la población más allá del Manzanal, vive ya en Ponferrada, y el pronóstico certifica que antes de la próxima década -esto es: en el 2014- lo hará más del 75%. Es evidente que si el Consejo es representativo de todos los bercianos, acabará convirtiéndose en un apéndice del Ayuntamiento de Ponferrada. Y cuando no sea más que un apéndice, lo someterán a los dictados, normas, reglamentos y otras desnudeces. Se cumplirá la profecía del Conde Romanones: «Hagan ustedes las leyes y déjenme a mí los reglamentos». La ley de creación del Consejo Comarcal de El Bierzo huele a rancia. Por «hache o por be», durante el último año se ha perdido la oportunidad de darle sentido a la propia existencia del Consejo Comarcal. Si la casi totalidad de las comunidades autónomas abogan por la reforma de sus estatutos, ¿por qué el Consejo Comarcal de El Bierzo ha de continuar como si fuera una plegaria rezada en el Valle del Silencio? La reforma es inexcusable, con apartados que nos parecen absolutos: absorber las funciones de las cinco mancomunidades que existen en El Bierzo y favorecer la fusión entre pequeños municipios para racionalizar la administración local. Si sobre una administración local ya caótica se le coloca otro órgano superior inútil, sólo habrá más caos. El Consejo Comarcal de El Bierzo debe abrir el debate. Y concluir sin titubeos cuál será su futuro. El presente no sirve.