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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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ME PARECE excelente el humor de Máximo, que pinta al emperador Bush en diálogo con su principal asesora: «Condolezza: ¿qué clase de superpotencia hegemónica somos si puede llevarnos la contraria un señor de León?». El señor de León, claro, es el tal Zapatero, que ha sorprendido en la mismísima Washington por su decisión «abrupta», según se ha calificado, de retirar las tropas españolas de Irak lo antes posible. Pues bien, este señor de León se fue a verse con el jefe de la Iglesia musulmana marroquí y rey soberano de Marruecos, con la pretensión de llevarse bien, que es muchísimo, si tenemos en cuenta lo mal que le fue al antecesor idéntico propósito. Dicen quienes han tenido oportunidad de mantener una charla con el señor de León que da confianza y credibilidad, y que tiene como principal defensa su sonrisa. Que pudiera parecer ingenuo pero tiene recámara y recursos de sobra. Y dice el señor de León en cuestión que concede el mayor crédito y virtualidad a la palabra dada. Eso lo hace un señor de los de antes, una rara avis en quien están puestas muchísimas atenciones, para ver si defrauda o no, si nos va a fallar y cuándo, y si se convertirá en un político profesional como cualquier otro, como todos, o sea.. De momento, va cogiendo toros por los cuernos. ¿De verdad, será posible contemplar esa súbita maduración de la democracia española por virtud del señor éste de León? Pues, en ésas estamos. En la semana de gracia que se supone que se concede al recién llegado, mientras se le observa con minuciosidad y con detenimiento por ver dónde falla y qué cara pone cuando, tras proclamar la austeridad y eficiencia como normas esenciales, la titular de Agricultura regresa de Luxemburgo con un suspenso general en su primera prueba. Cuando el titular de Defensa hace patriotismo del de antes, con un festorro a su propia honra y gloria. Cuando la ministra de Cultura empieza a ser conocida por su vestimenta y afición a los zapatos. Cuando se comprueba que Jesús Caldera no tenía dispuesto el borrador de la primera gran ley del gobierno socialista, contra los malos tratos doméstico s. Cuando Jordi Sevilla tiene un primer roce con Maragall por razón del calendario de la financiación autonómica. ¿Demasiadas cuerdas para un violín?

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