Nuestras preocupaciones

ESO de dejar nuestro cuidado entre las azucenas olvidado es una receta sólo válida para místicos y otros extraterrestres. Las personas corrientes siempre tenemos preocupaciones y eso nos ocupa mucho tiempo. La intranquilidad ante algo que puede ocurrir, aunque quizá no ocurra, se convierte en angustia y nos impide alcanzar las moderadas cotas de felicidad a las que todos tenemos derecho. Según la encuesta del CIS, hecha por cierto pocos días después del bestial atentado del 11-M, la primera preocupación de los españoles es el terrorismo, antes incluso que el paro, que también es algo terrorífico, y de la vivienda, que dicen que va a seguir aumentando de precio en la misma medida que se reduce de extensión. Se demuestra que el crimen colectivo de Atocha no sólo produjo un vuelco electoral, sino psicológico. Junto al miedo ha instalado el recelo y hay mucha gente que no se fía ni de su sombra, por el hecho de ser oscura. Hay incluso personas que nos parecen sospechosas por no infundir la menor sospecha. Incluso los excursionistas no llevan mochila cuando entran en los trenes de cercanías, por si acaso los confunden. ¿Cómo ha podido desbancar el terrorismo a cualquier otra preocupación de los españoles? No hablo de las metafísicas, ya que las dudas sobre nuestro destino de ultratumba se absorben con frecuencia cuando las cosas van mal y la zozobra sobre el más allá es sustituida por la bulla y la lucha del más acá. Como dice Woody Allen, las preguntas que se hace el ser humano desde el principio de los tiempos son siempre las mismas: ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos? y ¿qué hay esta noche para cenar? Pues bien, todo eso ha pasado a segundo término ante el fenómeno terrorista. Ni la violencia contra la mujer, tan asidua y bárbara, ni los traqueteados sistemas educativos, ni las ridículas pensiones de los jubilados, ni la destructora droga, ni la estafa del euro, ni las listas de espera, preocupan a los españoles en la escala que lo hace el terrorismo, y eso no deja de ser preocupante.