Diario de León
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JOSÉ Mª FIDALGO SECRETARIO GENERAL DE CC.OO.
León

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ESTE 1º de Mayo de 2004 es una fecha cargada de simbolismos. De nuevo, desde hace bastante más de un siglo, en todo el mundo los trabajadores convocados por organizaciones sindicales de sus países y por centrales internacionales (CES,CIOSL) salen a la calle con sus reivindicaciones generales y concretas. En España y en Europa es un 1º de Mayo singular. Los atentado s terroristas de Atocha del 11 de marzo, el cambio de color político de nuestro gobierno, la ampliación de la UE de quince a veinticinco países y e refrendo de la Constitución Europea, así como las próximas elecciones al Parlamento Europeo son una constelación de hechos que rara vez coinciden en el tiempo. Aquí el 1º de Mayo tiene color de Europa. A propuesta de CC.OO. y UGT al slogan a favor de la «Europa Social», la Confederación Europea de Sindicatos (CES) añadió el de «por la paz y contra el terrorismo» no sólo para solidarizarse explícitamente con las víctimas de los atentados de Atocha y condenar las acciones de los terroristas, sino para enarbolar frente a estos enemigos de la convivencia pacífica la bandera de la libertad y la democracia que el movimiento obrero y sindical siempre llevó en sus manos. Sin libertad y sin democracia no habrá progreso en España ni en Europa, porque la base del progreso son las personas libres que viven en un marco de seguridad que ellas mismas han construido. Reivindicamos la aprobación de la Constitución Europea para que Europa pase de ser un ámbito de mercado y de moneda única a ser un ámbito político, con un elenco de derechos fundamentales de los ciudadanos y con garantías institucionales que hagan efectivos los derechos. Eso está esbozado, -quizás con insuficiencia, pero esbozado- en el proyecto constitucional que pedimos sea refrendado. Los sindicatos europeos nos hemos movilizado en Oporto, Niza, Bruselas y Barcelona por estos objetivos y los logros, insuficientes pero valiosos logros, son nuestros. Reivindicamos que el carácter de «economía social de mercado» que la Constitución Europea utiliza para adjetivar a la UE sea el que guíe la construcción política: mercado y cohesión social; libertad de empresa con redes de protección social; economía productiva basada en la cualificación del capital humano pero con un capital humano con trabajo estable, seguro y con derechos; empresas competitivas pero con responsabilidad social. Ahí está la oportunidad de la UE de 25: ser la mayor masa crítica de capital humano cualificado del planeta; el mayor ámbito de moneda y mercado único que cuenta con «Estados Sociales»; el peso necesario para un orden mundial distinto, sin hegemonías y con un multilateralismo estable, el orden basado no sólo en la globalización mercantil sino en la globalización de los derechos. Reivindicamos para España lo mismo que para Europa. Defendemos la Constitución democrática que hace un cuarto de siglo consagró nuestra libertad y abrió la etapa más larga de progreso económico y apertura social y cultural de nuestra atormentada historia. Pedimos a nuestros nuevos gobernantes de izquierda que protejan los derechos ciudadanos que hemos conquistado los trabajadores (el contrato de trabajo, el convenio colectivo, la Seguridad Social, la enseñanza y la sanidad universales) haciendo del trabajo estable y productivo, seguro y cualificado, y con derechos el motor de una economía más productiva y de una sociedad más justa. Pedimos a nuestros gobernantes que impulsen la competitividad de nuestras empresas ayudándolas a mejorar sus herramientas de competitividad (innovación, investigación, cualificación) y haciéndolas desistir de buscar la competencia en la degradación de las condiciones de trabajo (contratos precarios, salarios bajos, infracontratación de mujeres, jóvenes e inmigrantes), que degrada también la competitividad a medio plazo en un mundo donde otras economías nos ganan porque se han dotado de las herramientas que nosotros hemos considerado o caras o superfluas. Reivindicamos a nuestros nuevos gobernantes de izquierda, a los que ofertamos diálogo, flexibilidad y conocimiento, que nos antepongan otros intereses que los de los que no tienen trabajo, no tienen seguridad y no tienen protección. La llegada al gobierno de la izquierda no sólo debe significar una reorientación de nuestra política exterior, resituando a España entre los primeros defensores de la paz y del derecho internacional, debe significar una regeneración moral, un gesto de resistencia moral ante las lacras con las que no se puede convivir sin capitular moralmente: la lacra del terrorismo; la lacra de la violencia de género, la lacra de la siniestralidad laboral; la lacra de la discriminación económica, étnica o de género de las personas. Salimos a la calle con nuestra organización, nuestra historia y nuestras aspiraciones, orgullosos de exhibir las tres cosas: organizaciones sindicales útiles necesarias, historia de lucha por la civilización y aspiraciones justas de millones de trabajadores y necesarias para ellos y para toda la sociedad.

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