EL BALCÓN DEL PUEBLO
Clamor contra el terrorismo
CADA día que pasa -desde los soleados y cálidos del fin de semana anterior hasta los heladores de ayer mismo, con nevadas en las cimas y en las laderas--; cada día que pasa, digo, uno se explica con más pondus por qué salió a la tarima el ex ministro de Interior, Ángel Acebes, entre histérico y provocador, insultando a su sucesor, José Antonio Alonso, al que calificó de «miserable, mediocre e incompetente». Ahora se ha sabido que dos de los detenidos por la masacre de Madrid -el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, suministrador de la dinamita al comando, y su amigo marroquí Rafá Zuhe- eran confidentes de la policía y de la guardia civil. No es de extrañar que Ángel Acebes sufriera un ataque de nervios al escuchar de labios de Alonso que hubo «una imprevisión política» del Ejecutivo del PP en el 11-M. Acebes reaccionó de forma rabiosa. Recuperó, o lo intentó, la crispación y la bronca para instalarla en la vida política nacional. Hizo un flaco favor a Mariano Rajoy, quien intenta traspasar esa frontera heredada. El líder del PP ha pedido a Rodríguez Zapatero la convocatoria urgente del pacto antiterrorista. Un pacto que quiere mantener a ultranza. Pero en estas circunstancias, Rajoy debería ser el primero en solicitar una comisión de investigación, que además es perfectamente compatible con el mantenimiento del pacto antiterrorista. Desde luego, si hubo imprevisiones o negligencias, no le van a afectar a Mariano Rajoy, salvo que se empeñe en atarse al cuello a Ángel Acebes para el futuro. Para el presente y hasta el próximo congreso nacional de la gaviota se lo colgó José María Aznar. Los ciudadanos tenemos el derecho a conocer todos los extremos de cómo ocurrió el atentado del 11-M. Eso nos lo deben. Nos deben la verdad. Si cada día que pasa nos enteramos de nuevas cosas y datos, nos aferramos a pedirles que salden la deuda contraída. Para eso están las comisiones parlamentarias de investigación. Ya sabemos que los autores materiales y sus colaboradores o están muertos o han sido detenidos. Que van a ser juzgados y, por supuesto, condenados. Es una parte de la cuestión. Pero la otra, llámese preventiva, de imprevisión o como se quiera, también es necesaria. Anteayer, George W. Bush, presidente USA y padre padrone del orden mundial, tuvo que responder ante una comisión de investigación por el 11-S. ¿Por qué la declaración del ministro Alonso en nuestro país generó semejante convulsión política?. A la luz de los datos, cada día se nos antoja más necesario echar a andar la comisión de investigación en el Parlamento español. El clamor contra el terrorismo es absoluto. Hoy mismo los sindicatos de toda Europa, a petición de los españoles, celebran el 1º de mayo, festividad de los trabajadores, bajo el lema: «Constitución Europea: por la paz, el pleno empleo y el bienestar. No al terrorismo». Una exigencia sin sordinas. Las organizaciones sociales tienen claro que el terrorismo -el que sea: coránico o etarra- es un enemigo capital de los trabajadores. Quedó probado el 11-M en Madrid, cuando los trenes reventaban sus capacidades de esforzados con fiambreras, no de ocupantes con trajes de Emidio Tucci.