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Publicado por
ANTONIO CASADO
León

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ES JUSTO y necesario que los ciudadanos tengan cumplida información de la trastienda policial y política del 11-M. Búsquese la fórmula de aplicar ese principio de transparencia, naturalmente en sede parlamentaria. Pero tengamos claro que el formato clásico de la comisión de investigación no es el adecuado. Por encima del ruido electoralista que se produjo en el antes y el después del jueves de sangre, nadie ha sostenido seriamente la tesis de las responsabilidades políticas derivadas de un atentado que, como todos los atentados, son imprevisibles por su propia naturaleza. Sin embargo, algunos no se resisten a seguir utilizando el terrorismo como pedrada arrojadiza contra la frente del adversario político. Es la impresión que produce la indeseable controversia sobre si debe formarse o no una comisión de investigación en el Congreso. «Los españoles van a saber todo lo que pasó antes y después del 11 de marzo», ha declarado Pérez Rubalcaba. Pero tampoco puede descartar que llegue a formarse una comisión de investigación, pensada fundamentalmente para depurar responsabilidades políticas, porque eso dependerá de una negociación entre los grupos. En principio la idea del Gobierno y de su brazo parlamentario es formar una comisión «de estudio», que no excluye valoración política, amén de conocer a fondo el trabajo policial, pero renunciaría a rastrear responsabilidades políticas en el Gobierno anterior. Me parece la posición correcta, a la que debería adherirse el PP en nombre de los compromisos asumidos por las dos primeras fuerzas parlamentarias en el llamado Pacto Antiterrorista, que es el valioso instrumento a preservar por encima de cualquier incidente mayor o menor del recorrido. El Pacto debe quedar a salvo de pescadores en río revuelto, incluido algún medio de comunicación empeñado en formular teorías conspirativas desmentidas por la realidad. Se trata de saber, no de cargarle las culpas a nadie. Pero a eso acabaría conduciendo el hecho de hurgar en la herida de un acontecimiento luctuoso que, indiscutiblemente, generó consecuencias políticas. Las consecuencias se reflejaron en las urnas. Las causas solo pueden ser rastreadas en el averiado pensamiento de un grupo de criminales frente a los que siempre hay que estar prevenidos.

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