La hora de las explicaciones

SE HAN indignado incluso los componentes de esa parte de la ciudadanía americana cuya máxima preocupación intelectual es elegir, mientras ve la televisión, entre masticar chicle o comer palomitas. Las imágenes de los presos iraquíes torturados ha estremecido a mucha buena gente de las granjas y la vergüenza ha llegado al Congreso, que exige a Rumsfeld explicaciones sobre las torturas. Tanto republicanos como demócratas reclaman una investigación a fondo, pero será a fondo perdido. Las humillaciones a los prisioneros han sido divulgadas por la CBS y ya todo el mundo sabe cómo trata el Imperio a los vencidos. Ahora quieren aclarar hasta qué punto conocían en el Pentágono lo que estaba pasando, pero lo único que se conoce es un informe que asegura que agentes de la inteligencia militar y miembros de empresas que aspiran a reconstruir Irak cuando ya esté totalmente derruido, están involucrados en las torturas. Especialistas en martirios llegaron de Guantánamo dispuestos a realizar «hábiles interrogatorios». Tenían la consigna de debilitar a los cautivos física y psicológicamente. Nada mejor para conseguir esos propósitos que desnudarlos y apalearlos. . También explica que ninguno de ellos haya salido favorecido en las fotografías. «Si me detienen otra vez me suicido», ha dicho uno de los encarcelados en Abu Ghraib, al que obligaron a hacer flexiones con un marine de pie sobre sus espaldas. En el discurso que pronunció Kennedy ante la ONU, allá en 1961, dijo que el ser humano tiene que establecer un final para la guerra y que si no lo hace, la guerra establecerá un final para la humanidad. Pocos puntos de contacto existen entre aquel joven presidente, movilizador de esperanzas, y el actual, que sólo ha movilizado tropas, incluso las de otros países. Quizá la más notable diferencia entre el mandatario más brillante y el más opaco estribe precisamente en su actitud ante la guerra. Uno hizo la guerra, la sufrió y resultó herido. El otro se quitó de en medio en la que había y luego mandó a hacer otra nueva.