Los dos motores

LA ECONOMÍA española crece a buen ritmo según los economistas y a un ritmo demasiado lento según los que no han estudiado Ciencias Económicas. Estamos bastante bien si nos comparamos con épocas anteriores, pero no si nos comparamos con los países de nuestro entorno. De vez en cuando, los eventuales ministros del ramo nos hacen saber, para nuestro orgullo colectivo, que hemos crecido más en el último año, que es el que siempre sirve de referencia, que otras naciones. Poco después, se nos informa de que aún no hemos alcanzado sus cotas de bienestar y disminuye nuestro júbilo. Los españoles, que nunca nos cansamos de preguntar sin que nadie nos responda, nos hacemos de nuevo la misma pregunta: ¿cuántos años se necesitan para igualarnos con nuestros amados vecinos europeos?. Crecemos y crecemos, pero todavía no estamos a su altura. En el primer trimestre de este año nuestro crecimiento fue del 2,8 y los dos motores han sido el consumo privado y la construcción. Nos gusta meternos en gastos, que vivir son cuatro días y hace ya tres en los que amanece nublado. Somos unos excelentes consumidores. Hemos comprendido que comprar es un gustazo, al margen de la utilidad de lo adquirido, y hay que reconocer que eso tiene mucho mérito en un país que registra una cifra de 1.705.176 parados. ¿A qué misterioso impulso obedece lo que los economistas llaman