Diario de León
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FERNANDO ALLER
León

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NO ES SERIO. El debate está resultando esperpéntico. Da la impresión de que los contendientes dialécticos están más interesados en encontrar la frase que les otorgue primacía en el titular de prensa, que en un análisis realmente riguroso y pensado de las propuestas que realizan. El pasado domingo advertíamos que la anunciada propuesta de modificar la Constitución, traería consigo el fuego cruzado en torno a la segregación de León de la Comunidad Autónoma de la que esta provincia forma parte junto a Castilla. Había dos razones de peso, ambas centradas en la UPL: la coherencia del discurso de este partido político, que justifica su existencia en la reivindicación autonómica, y la especial coyuntura de una formación que afronta el próximo día 23 de mayo un congreso que, de otra forma, podría estar marcado por peligrosas explicaciones sobre la pérdida de votos en las pasadas elecciones generales y, consecuentemente, las dificultades para mantener un debate reivindicativo con la presencia de Rodríguez Zapatero en la Presidencia del Gobierno. En todo caso, la estrategia de la UPL, aún precisando de muchas matizaciones, resulta coherente. La extravagancia la ofrecen los políticos de otros partidos, que aparecen en esta escena no se sabe si poseídos por afán de notoriedad y con el ánimo, en ese caso más inteligente, de ridiculizar el debate para que no gane peso específico. Tiene que existir una malsana intención, porque de otra forma no se entiende tamaño despropósito. El alcalde de León ha superado ampliamente a su compañero de partido, Miguel Alejo, delegado del Gobierno en Castilla y León, en la compresión de las tesis leonesistas. El primero reconoció que existe un debate abierto en la sociedad, desde el momento en que la UPL cuenta con dos procuradores en Fuensaldaña, (la constatación de un hecho derivó en la proclamación de aceptar el debate sobre un asunto que en más altas instancias del partido, curiosamente se declara cerrado) y Francisco Fernández remachó esta semana que el ánimo separatista existe porque la Junta no ha sabido en 25 años corregir la depauperada situación económica de León. Y fue más lejos: el alcalde añadió que a León le hubiera ido mucho mejor en solitario. La pregunta que nadie le ha hecho al alcalde es si su opinión sobre la configuración del mapa autonómico es la misma con el PP en el gobierno regional y con el PSOE. En el primer caso estaríamos ante una muestra de oportunismo. En el segundo supuesto, ante una peligrosa ruptura del partido. Y es que, efectivamente, las palabras del alcalde, además, contrastan con las tesis del partido, ya que en todos los foros ejecutivos el mensaje es contrario a la segregación. Por eso ha sido oportuno Mario Amilivia al plantear la pregunta al alcalde: «Debe aclarar -ha dicho el senador del PP- si es una reflexión, una propuesta, una concesión a la UPL o una maniobra». Y mientras se esperan aclaraciones, otros asalariados de la política han querido entrar en la jaula de los grillos. El presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, el socialista Ricardo González, ha dicho que ha llegado el momento, también, de otorgar al Bierzo la consideración de provincia. La misma tesis mantiene el alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco (PP). Oficialmente el partido considera que el mapa autonómico está cerrado y que no cabe consideración alguna al respecto. Para avanzar en el debate, ambos políticos bercianos han de aclarar si la reclamación de la provincia del Bierzo supone la supresión del ente comarcal y cuál sería la articulación de las siguientes instancias de poder para evitar el caos. A saber: comunidad autónoma uniprovincial, provincia del Bierzo, Comarca berciana, mancomunidades, ayuntamientos y juntas vecinales. Sería conveniente poner un poco de orden en este barullo. A un lado, que se coloquen los que quieren el cambio. Después que cada uno de ellos responda a las preguntas que se hace la gente de la calle cuando lee las declaraciones de los políticos. Por ejemplo: Primero: ¿Autonomía uniprovincial o del antiguo Reino de León? Segundo: ¿La configuración del gobierno provincial o de las tres provincias, se superpondría a las diputaciones o mantendríamos dos niveles de representación? ¿Cuántos funcionarios y cargos públicos habría que añadir a la actual nómina provincial? Tercero: ¿Cuánto dinero costaría el invento y cómo se pagaría? ¿Tendríamos recursos propios suficientes fraccionando los que ahora recibe la Autonomía de Castilla y León o habría que añadir nuevas partidas? ¿De dónde procederían? ¿Repercutirían en los impuestos? Cuarto, y sin pretender agotar los interrogantes que cada vecino puede plantearse: ¿Cómo y en qué notarían los ciudadanos la gestión pública uniprovincial en la Enseñanza, en la Sanidad, en las infraestructuras, en Hacienda, etc? En definitiva, seamos serios. Abrir el debate significa aportar ideas al mismo. De lo contrario, sería saludable dejar de hacer ruido. No es verdad que el debate sea algo bueno en sí mismo, cómo ha dicho recientemente Amparo Valcárcel. La discusión únicamente es positiva si se plantea desde el ánimo de buscar caminos nuevos a los ya existentes. Hagamos caso de una magnífica pareja de cómicos: Si hay que debatir, se debate. Pero debatir pa ná... Pues eso, ¿realmente el PSOE contempla una mínima posibilidad de modificar el mapa autonómico?. Si la premisa es que no, en la línea del Partido Popular, ¿para que enredar? Basta ya de provocar más frustraciones, consecuencia del simple hecho de captar votos en el corto plazo. El PP no acaba de asumir la derrota electoral. Es lógico que esto ocurra. Nunca pensaron que no seguirían gobernando. En el peor de los casos, sin mayoría absoluta. Pero las cosas ocurrieron de otro modo y ahora cabe aplicar el viejo refrán de que donde no hay harina, todo es mohína. Y así tienen la cara todos aquellos que contaban con un cargo y se han quedado en la estacada. La lista electoral de las elecciones Europeas se ha convertido en una especie de coche escoba que está recogiendo a todos los descolocados del primer nivel. Exministros, altos cargos o personas a las que se les deben grandes favores o a quienes es mejor tenerlos contentos por si hablan lo que no deben. Lo dice gente del PP en Castilla y León, donde han sido desairadas no pocas expectativas. Este descolocamiento es de puestos y de mente. Finalmente el Parlamento investigará lo ocurrido en torno al atentado del 11-M. El PP quiere que únicamente se investigue lo que pasó después del atentado y hasta el día de las elecciones. El PSOE también los antecedentes. Una vez asumido que el día 11 ya se sabía que el atentado lo habían provocado terroristas musulmanes, el PP pretende demostrar que el Gobierno no lo supo hasta la madrugada del día 14, horas antes de abrirse colegios electorales. Por tanto, el gobierno no mintió, porque al gobierno le engañaron. Y lo hizo nada menos que la cúpula de las fuerzas de seguridad del Estado, con el Centro Nacional de Investigación a la cabeza. Muy fuerte. No se sabe que es peor, si reconocer que el Gobierno intentó engañar a la población («si aguantamos hasta el domingo -llegó a decir alguien próximo a Moncloa- ganamos por mayoría absoluta») o que el ministro Acebes no controlaba a los mandos de la Policía y Guardia Civil, un nido de traidores, en ese caso, que estarían trabajando en la sombra para el PSOE. Sí, muy fuerte.

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