Sorpresas te da la vida

ÚLTIMAMENTE pasan cosas muy sorprendentes. No sé a qué se debe, pero tal parece que los pájaros se han vuelto contra las escopetas. O que los dos cartuchos que quedan se gastan con los gorriones, lo cual irritaba sobremanera al «Niño de Santamaría». Es notorio que, como en la canción, la vida te da sorpresas, ay, sorpresas te da la vida. En la edición del lunes de este periódico se publicaba una noticia mágica: los mineros de Hijos de Baldomero García irán a la huelga el próximo 18 de mayo. Además de reclamar la subida del IPC correspondiente a los años 2003/ 04 y 05, piden «extraer más carbón del que actualmente les permiten, ya que la actual dirección se lo limita». Ver para creer. Es un preaviso de huelga a lo japonés. Me cuesta admitirlo. Sorprendente, sí. En cambio, lo del PP respecto a la comisión de investigación sobre el 11-M, más que sorprendente es absurdo. Primero el partido azul se negaba a su convocatoria. Debe recordarse a los desmemoriados la reprimenda pública de Mayor Oreja -a la sazón «number one» en el listado al Parlamento Europeo- a Esperanza Aguirre, cuando ésta avaló la posibilidad de luz y taquígrafos. El clamor social no bajó la guardia. Al revés, crecía cada amanecida. Y cuando comprobaron que era inevitable la creación de la comisión de investigación, debido a la presión de la calle, que además exigía trabajar en la búsqueda de la verdad, se apuntaron a ella, pero para desviar su atención de investigar lo ocurrido el 11-M. Un tergiversación de libro: Los dos «aznaroides» que le colocaron a Mariano Rajoy, como guardias pretorianos, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, han intentado dar la vuelta al traje. Quieren que miremos más al forro que al percal. Pretenden que se investiguen los resultados electorales del 14-M. ¿Acaso dudan todavía de la legitimación de las urnas?. Ya sabemos por experiencia que las comisiones de investigación del Parlamento español no suelen concluir con acuerdos o resoluciones aceptadas por todos los grupos políticos. Don Miguel de Unamuno equiparaba su utilidad a la de las putas. Pero el hecho de que se favorezcan las comparecencias, preguntas y respuestas, de que se encienda alguna luz en los túneles del poder, es mucho más importante para los ciudadanos que la ley del silencio que se pretendía. Lo que nos interesa a todos es conocer cómo y por qué unos terroristas pudieron llenar de lágrimas a España con la matanza del 11-M. Nos interesa saberlo, sobre todo, para que no vuelva a repetirse la orgía de horror. En el mismo contexto resulta también absurdo y sorprendente que el ex-ministro de Interior, Ángel Acebes, acuse a su sucesor, José Antonio Alonso, de ser responsable de la ruptura del Pacto Antiterrorista. Los dos «aznaroides» colocados sobre la chepa de Rajoy no engañarán a nadie. Si rompen el Pacto, será de su exclusiva responsabilidad. Perdón, mejor dicho, de su exclusiva irresponsabilidad.