Leve giro en el timón del PP

TRAS la reunión ayer del Pacto Antiterrorista, la tensión entre el PSOE y el PP parece haberse reducido notablemente. Y en una conversación posterior a solas que mantuvieron Rajoy y Zapatero, ambos líderes habrían resaltado sus coincidencias políticas sobre sus naturales discrepancias. Un entendimiento sobre asuntos de Estado entre los dos partidos mayoritarios sería ineludible cuando están planteadas reformas constitucionales y estatutarias. A pesar de algún augurio pesimista, la reunión de la comisión de seguimiento del Pacto bilateral sólo podía concluir de modo satisfactorio para ambas partes, y para el Pacto en sí. Sin desdecirse de lo que había afirmado -cierta «imprevisión» ante la amenaza del terrorismo islámico-, el actual ministro de Interior, José Antonio Alonso, aseguró que no quiso imputar ninguna responsabilidad en los atentados del 11-M al anterior Gobierno. Los «populares» se dieron lógicamente por satisfechos. En las declaraciones de los líderes parlamentarios Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, los dos coincidieron en que la vigencia del Pacto salía ratificada y reforzada de la reunión. PSOE y PP, aseguró el primero, comparten principios, valores y estrategia en la lucha antiterrorista. Rajoy reiteró su compromiso de lealtad con el Gobierno y adelantó su apoyo a éste en todas las medidas legislativas que tome frente el terrorismo islámico. Los tentáculos de Al Qaida fueron uno de los temas analizados. No va a disminuir el enfrentamiento político entre la oposición conservadora y el Gobierno, pero hay serios indicios de que la batalla parlamentaria, y sus ecos mediáticos, evitarán enredarse en cuestiones de Estado. Ayer volvió a repetirse que la lucha antiterrorista no va a utilizarse en el debate político. Parece irse amoldando el PP a su nueva situación, y aunque ayer se produjera cierto tumulto en el Senado por una votación repetida, con victoria «popular» -primera derrota parlamentaria del PSOE-, el día anterior, y durante el pleno en el que Zapatero expuso el muestrario de las reformas programadas, el portavoz «popular» Pío García Escudero se abrió al diálogo y a la negociación, aunque con las normales reticencias que no puede de momento eludir su partido. La apertura del PP a una reforma del Senado sería un suave giro del timón que marcaría el cambio de rumbo que los «populares» o un sector de ellos desean imprimir a su estrategia política. Y la satisfacción ayer de Rajoy por unas explicaciones del ministro Alonso, a quien Acebes había llamado «miserable», indicaría el deseo de evitar tensiones artificiosas. Para afincarse sólidamente en la oposición, y hacer de ella una plataforma de despegue hacia el poder, al PP le faltaría aún el esfuerzo de superar con éxito, rectificaciones y eficacia su congreso nacional del próximo otoño. Mientras tanto, y como medida provisional y urgente, el PP tal vez debiera acompasar el tono acre de sus portavoces Acebes y Zaplana al que anteayer empleó en el Senado su compañero García Escudero. Ya estaría empezándose a entender en la sede «popular» de Génova 13 que no siempre se tiene razón frente al mundo o frente la resto de las cámaras.