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FERNANDO ONEGA
León

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RODRÍGUEZ ZAPATERO hizo balance de sus treinta días de gobierno. Uno de sus grandes orgullos es la decisión de traer las tropas de Irak. Frente a un Aznar que sigue calificando la medida como un gran error, creo que la historia terminará dando la razón al presidente socialista. Y no sólo eso. Los atentados sucesivos, los escándalos de las torturas y la incapacidad de Bush para encontrar una salida, indican que el auténtico error ha sido hacer esa guerra. Los sucesos de estos días muestran que todo el mundo occidental puede pagar un altísimo precio. Veamos lo ocurrido ayer. Un coche bomba mata al presidente de turno del Consejo de Gobierno iraquí. Inmediatamente subió el precio del petróleo un ocho por ciento, hasta cotas no vistas en los últimos 13 años. Es posible que estemos entrando en una nueva «crisis del petróleo», cuyas consecuencias ya conocemos. Las Bolsas comenzaron a hundirse. Algunos medios informativos recordaron las amenazas fundamentalistas a ciudades occidentales. Se palpa una sensación de miedo en los mercados. La situación es, si cabe, más inquietante en España por dos razones. La primera, porque nuestro país ya ha sufrido el zarpazo del terrorismo internacional, que nos dejó señalados como objetivo. Y la segunda, porque estamos en un proceso de cambio político, que crea incertidumbres entre los inversores. Ayer mismo, el barómetro empresarial de Cinco Días y Demoscopia decía: «La confianza en el ministro Solbes no logra despejar las dudas de los empresarios sobre el programa del PSOE». Ese es el cuadro en que nos movemos. Añadan ustedes otros tres datos: el fortísimo incremento de los precios en el último mes, la repercusión en las economías privadas de un probable aumento del coste de las hipotecas y las incógnitas que el informe de la OCDE ha creado en el sector de la vivienda. Si alguien está libre de temores, que levante la mano. Cuidado, señores de la clase política. Quizá sea políticamente poco correcto decir estas cosas cuando España está sedada con la proximidad de la Boda. Pero algo inquietante se está empezando a mover bajo nuestros pies. La reforma de la Constitución y la cuestión territorial que la empuja es la prioridad del Gobierno. La oposición se está empezando a centrar en ese asunto. Mientras avanzan en el debate y la controversia, me temo que la ciudadanía empieza a estar en otras cosas. Exactamente, las de comer. La clase dirigente tendría que dedicarles unos minutos. Y en las palabras de celebración del primer mes, no hubo una sola referencia.