Aznar provoca al PP

NI AL más maquiavélico de los diseñadores de la campaña socialista para las próximas elecciones al Parlamento Europeo -13-J es la fecha-, se le podría ocurrir mejor argumento que mandar al ex-presidente del Gobierno, José María Aznar, a Estados Unidos para abrazar a George W. Bush y al secretario de Defensa, Rumsfeld. Los dos halcones. Aznar se mueve como pez en el agua en los estanques del rancho de Bush y vuela como un halcón sobre sus colinas. No da entrevistas ni permite fotos a periodistas españoles. Sin embargo, concede entrevistas a los medios americanos en las que critica las decisiones del Gobierno español respaldadas por abrumadora mayoría del Congreso, como la vuelta de las tropas de Irak. El sábado tomé una copa con un sargento leonés que llegó el día antes a nuestro país. Regresó con el colectivo de 144 militares que cumplieron, más allá de lo pedido, con su deber en Bagdad y otros acuartelamientos. Las pasaron muy putas. Yo celebré con júbilo su regreso, no sólo por afecto personal, sino para que no fuera testigo, como lo fue, de escenas degradadoras de la conciencia humana. Bien, pues en el cenit de la tortura que conmueve al mundo, parece que el ex-presidente español se encuentra feliz. O como pez en el agua. Después de las provocaciones de Aznar a sus fieles, metiéndoles con calzador a Ángel Acebes y a Eduardo Zaplana, y del poco gancho de Mayor Oreja como candidato popular al Parlamento Europeo, lo único que le faltaba a Mariano Rajoy es esta exhibición de soberbia antiespañola por Estados Unidos. Una soberbia que digitaliza con exactitud al personaje. Se cree el ombligo del mundo y no muestra la más mínima solidaridad, ni con su propio partido. A este paso, lo que consiga Mariano Rajoy será heroico. Muy pronto tendrá que abordar el proceso congresual. Una convocatoria que le plantea una serie de responsabilidades, si es que quiere ser y ejercer como líder de la derecha democrática española. Tendrá que plantarse y decirle a su padrino: Hasta aquí hemos llegado. No puedes seguir actuando al margen del PP. El Pulsómetro de la Ser, que es casi como un CIS, diagnosticaba que son más los españoles que creen que todavía manda más Aznar que Mariano Rajoy. Para éste es una situación insostenible. Y para el PP, el anticipo del fracaso en las próximas elecciones europeas. Si de cara a Europa todos los partidos han de suavizar o realizar un cambio dogmático, en el PP es todavía más imprescindible. Pero conociendo a Aznar, desde su etapa de presidente de la Junta de Castilla y León hasta estas sus andaduras americanas, es para ponerse en lo peor. Más clarificadora fue la jornada electoral de ayer en la Universidad de León para buscar al rector que nos deberá gobernar durante los próximos cuatro años. Mi sentido de la realidad superaba a cualquier ficción. Habrá segunda vuelta. A patir de ayer, entre dos candidatos anda el juego: José Ángel Hermida y Ángel Penas. Las urnas mandaron a casa al tercero en discordia. O en concordia: Enrique López. Lo que quedó ayer claro es que nada está claro. En una semana, la decisión final.