DESDE LA CORTE
Buenas noches, fantasmas
EL BOLETÍN del Estado publicó ayer las listas que concurren a las elecciones europeas. Quiere decirse que ya estamos en faena. Se ha abierto la compuerta, y la maquinaria se ha puesto en marcha. No hacía falta: los políticos se ponen eróticos ante el sonido de las urnas y se adelantan a todo. Siguiendo tradicional costumbre, los grandes candidatos no respetan plazos y ya están en campaña. Jaime Mayor y José Borrell ya están ocupando espacios informativos e iniciaron el combate con el ritual de la agresión. ¿Para vender ideas europeístas? ¡Qué va! ¿Para difundir su programa en el Parlamento europeo? ¡Mucho menos! Los argumentos que ponen en trance a los señores aspirantes son otros. Aznar, por ejemplo. Su viaje a Estados Unidos es para los socialistas lo que decía el alcalde Tierno: «Dios nunca abandona al buen marxista». Desde ese principio entienden las entrevistas y declaraciones americanas de Aznar como un regalo de la Providencia que les socorre en la campaña. Tras eso, las torturas de americanos y británicos en las cárceles de Iraq. Que se sepa, ni el Partido Popular ni las tropas españolas bajo mandato de Aznar han tenido nada que ver con semejante crueldad. Pero, como han sido cariñosos aliados de los torturadores, para qué os quiero, discursos: hay que salpicar al PP con las fotos del escándalo. Borrell se ha lanzado detrás de tan apetitosa mercancía. Y Mayor Oreja vino a decirle: ¿quieres que hablemos de torturas? Pues podemos hablar del GAL. Y ahí está el debate profundo con que se estrena esta campaña. Para el Partido Popular, el GAL es también un regalo de la providencia; un cadáver que se resiste a ser enterrado; y, si está bajo tierra, resucita con sólo pronunciar la palabra elecciones. La novedad que aporta Mayor Oreja es que utiliza ese espantajo como escudo. Lo pone por delante para defenderse de socialistas y, si viene el caso, amenazarlos. Es como la cruz de plata que se pone ante los vampiros para espantarlos en las noches de luna. Es la estaca de madera que los populares tienen en el cajón de la mesilla para clavar en el corazón del chupasangre. ¿Qué ocurre, en el fondo? Ocurre que, guste o no, estas elecciones son una segunda vuelta del 14-M, y así las leeremos en los análisis del 15 de junio. Es una lucha por la hegemonía política. El PSOE quiere repetir o mejorar resultados con el argumento de la guerra, que tantos dividendos les dio. Y el PP, por puro instinto de supervivencia, huye de eso como gato escaldado. Y para evitar ese debate, hará lo imposible. Aunque sea pasear por los mítines los fantasmas de los GAL.