Ya no hay tropas

A PRIMERA hora de ayer llegaba a los españoles la buena noticia: todas las tropas españolas han abandonado el territorio irakí. Diwaniya ya no tiene cuartel español. Ha concluido, por consiguiente, una presencia problemática, que para muchos españoles, la mayoría, nunca debió haber comenzado y que nunca se hizo bien: no se explicó suficientemente su razón de ser ni siquiera su tarea específica, no contó con el apoyo de la opinión pública, se hizo a espaldas del parlamento, por decisión de un Gobierno que fue sustituido por voluntad popular. La presencia de los mil trescientos soldados españoles en Irak era un modo evidente de participar en una guerra abierta. Por fortuna, la delicadísima operación de la salida de las tropas se ha concluido felizmente, después del incidente del jueves, cuando, en estas mismas operaciones de repliegue, un sargento español resultó alcanzado por la metralla de un atacante. En las últimas semanas se habían acelerado los preparativos para que el repliegue se efectuara lo antes posible y sin mayores problemas, con todas las cautelas y prevenciones. Se explicó ya en su día que el momento de abandonar el país era, con toda certeza, el más delicado por el riesgo de que algunos grupos de resistentes o de terroristas se hubieran propuesto atacar a las últimas tropas españolas. Por fortuna la operación se ha efectuado con absoluta normalidad y sin baja alguna, salvo el sargento herido ya mencionado. Con la salida de Irak se cumplen perfectamente las fechas anunciadas por el Gobierno del presidente Zapatero y de su ministro de Defensa, José Bono, en la que fue la primera decisión adoptada por el nuevo Gobierno socialista, y contra la que hicieron declaraciones de rotunda oposición algunos dirigentes del PP, esencialmente Aznar, tanto en un artículo periodístico como en declaraciones expresadas a las autoridades del gobierno norteamericano, en su reciente visita a Washington, en una actitud de cuya lealtad han dudado seriamente los socialistas y que se ha visto escasamente apoyada por sus propios correligionarios del PP. Concluyó el compromiso de España en Irak, iniciado en los días de la foto de las Azores. Aznar actuó por su cuenta, por razón de su amistad con Bush, y su sucesor al frente del Gobierno ha decidido desandar aquellos pasos.