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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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COMO TANTAS otras buenas medidas tomadas a tiempo, la de publicar el nombre de los maltratadores de mujeres no impidió que las mujeres siguieran siendo maltratadas. Se pensó que los valerosos maridos que golpean asiduamente a sus esposas en la intimidad de sus dulces hogares iban a avergonzarse. En general son gentes cariñosas y bien educadas en la calle, estimadas por sus amigos y convencinos. Se conoce que dejan lo más auténtico y profundo de su carácter para mostrarlo cuando están en casa. No sirvió de mucho divulgar su conducta. Ahora la Delegación de Tráfico pretende difundir la identidad de los conductores que causen accidentes. Por lo común, sólo salen en la prensa sus iniciales, salvo en el caso del bailarín Farruquito, pero desde ahora se desea que gocen de gran popularidad. El objetivo es «crear una sensibilización social», pero eso es muy difícil si no se parte de una sensibilidad individual. De todos modos, algo habrá que hacer. En España se vienen produciendo unos cinco mil y pico de muertos anualmente, los que supone que, por término medio fallecen cada día catorce personas que poco antes estaban rebosando salud y muchas de ellas tenían bastante prisa. Aseguran las personas famosas que la celebridad es un engorro, cuando no un latazo insufrible. No se entiende por qué la buscan con tanto afán. Quizá la confundan con la gloria, que es una cosa fantasmagórica, o con la popularidad, que es algo ocasional siempre, ya que una de las características del pueblo es que se renueva. Es cierto eso de que una celebridad es un tipo que se ha pasado la mayor parte de su vida tratando de ser conocido y cuando lo ha logrado por fin se tiene que poner unas gafas negras para que nadie le reconozca. La mala fama, por muy extraño que resulte, se persigue a veces con la misma intensidad que la buena. Hay criminales no sólo en las novelas de Simenón, que confesaron que su único objetivo para cometer un asesinato era lograr la notoriedad. Jean Cocteau decía que Dios no habría alcanzado nunca el gran público sin ayuda del Diablo.