TRIBUNA
Reformas estaturarias e identidades
LOS ESTATUTOS autonómicos de las históricas esperan el momento de retoques de importantísimo calado. Al menos los de vascos y catalanes. El presidente del Gobierno, el leonés Rodríguez Zapatero, está en ello, o parece tener asumida esa demanda, aunque siempre dentro del cauce constitucional. Y a él hemos de dirigirnos. Sin salirnos de esa norma, y a rebufo de la apuntada dinámica de eclosión reformista, nuestra olvidada Región Leonesa, o el León no definido estatutariamente, mancillado y olvidado en un articulado de generación castellanista, debe buscar que la identidad y regionalidad inherentes al pueblo leonés, sean recogidas expresamente en la letra del que, a nuestro pesar, por el momento nos afecta. Un elemental peldaño que nos permitirá acceder a más, y del que no debimos descender nunca. Conviene una reflexión sobre el concepto: históricas, que se emplea para aludir a las comunidades: catalana, vasca y gallega. Don Manuel Jiménez de Parga ha dicho a ese respecto, más o menos: «En la España autonómica la historicidad no puede ser patrimonio exclusivo de Cataluña, el País Vasco o de Galicia». Muy cierto. Pero descoloca a lector leonés al añadir que «considera un error calificar a algunas comunidades como Castilla y León de no históricas. En verdad no es ésta última el mejor ejemplo que en contraposición pudo elegir para su afirmación, toda vez que su historicidad, como territorialidad autonómica, no tiene singular. En ésa materia habría que acudir a la pluralidad que suponen los bagajes históricos divergentes de León y de Castilla, y por ende de sus respectivos pueblos y culturas, que incluso el controvertido jurista pasa por alto. Bien sabido es que tan sólo por expreso deseo del también leonés, Martín Villa, político todo terreno, se montó esta que, marcándonos a los leoneses un rumbo despersonalizado, ni a él ha beneficiado. ¡Tampoco lo merecía!. Y aunque, andando el tiempo, haya venido a reconocer: «a lo mejor me equivoqué», no endereza el entuerto, el aherrojamiento y la indefinición. El perdón no se alcanza con tan elemental mea culpa, ha de ir acompañado de la preceptiva restitución del daño. ¿A qué espera?. Los suyos están aún en el ente y el momento es óptimo. El señor Rodríguez Zapatero habla de pluralidad en el Estado, respeto a las identidades y de nominar las autonomías existentes, en la letra de nuestra Carta Magna. Pues bien, ¡es momento!. Alcemos nuestra voz en demanda constitucional de nuestro derecho a elegir destino autonómico. Se nos conculcó preautonómicamente, y ahora podemos gozar de una segunda oportunidad. Nada hay cerrado, a pesar de afirmarlo el Partido Popular, sólo políticos sordos, o taponados sus oídos por el cerumen partidista, que mal emplean su tiempo en diatribas para la galería. El referéndum es el nacimiento del cauce definitorio y definitivo para poner las cosas en su sitio. Esto es: ¿quiénes son los leoneses? y ¿cuál su preferencia autonómica?. De ahí saldría la permanencia en el ente actual, o la autonomía netamente leonesa. En el primer supuesto, siempre con la personalidad leonesa perfectamente definida estatutariamente, nominado al ente: Comunidad de Castilla y de León; y sin perjuicio de que por prelación histórica a León le correspondiera encabezar el título. En el segundo supuesto, afectando el nuevo estatus a aquellos ciudadanos de la Región Leonesa -Zamora, Salamanca, León- que hubieran optado por identificarse como leoneses. Pero sin descartar la autonomía uniprovincial de León como último reducto de aquélla. Modificar el nombre comunitario, recogiendo a su vez la regionalidad leonesa, es algo tan de justicia democrática como sencillo si hay voluntad política. En la reforma estatutaria está la clave. Lo intereses creados autonómicamente son el mayor obstáculo. Y que no hablen los autonomistas de segregación, cual si fuera una traición, si no ponen en el otro platillo de la balanza la anexión consumada a espaldas del pueblo leonés. El PSOE leonés que últimamente nos venía prometiendo «redefinir León en la autonomía», y que va más allá, en estos históricos momentos para León, con la propuesta del señor Turiel de recuperar la territorialidad leonesa, puede empezar a poner las cosas en su justo valor casi sin despeinarse políticamente. ¡No nos fallen!. El señor presidente del Gobierno, nuestro paisano José Luis Rodríguez Zapatero, siendo leonés, y se precia de serlo, no nos puede abandonar en tan trascendental momento. O, por consunción, dejamos de ser leoneses. Entre todos defendamos la identidad leonesa hoy. Aferrémonos a ella en demanda del referéndum autonómico prometido, pues de seguir así, aunque la voluntad política emanando del ente no basta para anularla, las futuras generaciones, partiendo de nuestra tolerancia, caerán en el cepo castellanoleonés a poco que les manejen la historia conjunta comunitaria.