Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

UPL, normalidad y solidez

Publicado por
J.F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA CIUDAD de Astorga, cruce jacobeo de caminos, acogió el congreso de la Unión del Pueblo Leonés. Había expectación política y orgánica. La cita congresual de los leonesistas la califican ellos mismos de asamblearia. Más o menos, como las elecciones de hoy en la Universidad de León, ya en segunda vuelta, para designar al Rector que deberá gobernar la institución académica durante los próximos cuatro años. Al foro magarato asistieron unos 400 militantes leonesistas y todo se desarrolló en un clima de sosiego, pese a no acudir el presidente, José María Rodríguez de Francisco, y las huestes de su núcleo duro. En síntesis, hay que decir: Joaquín Otero fue reelegido secretario general por aclamación y no hubo anormalidad alguna en la renovación de los órganos de dirección: Comité Ejecutivo Central, y Comisiones de Cuentas y de Conflictos. Joaquín Otero, en su discurso, escenificó la nueva etapa de la UPL y la ruptura con el pasado. «Nadie -dijo- a partir de ahora va a tomar decisiones personales; lo hará el Comité». Asumió su condición de líder de paja --»me enteré por el periódico del pacto con el PSOE en León y del anterior con el PP»--, de tragar «carros y carretas» en aras de la paz orgánica, y de enfrentarse a una ruina económica. O sea: la UPL está canina. Debe 330.000 euros. Como nuevo presidente fue aclamado Melchor Moreno, maestro y ex corregidor. Pero vayamos al análisis puro. La Unión del Pueblo Leonés dio el domingo en Astorga un paso democrático y adulto al decidir los congresistas lo que quisieron, independientemente de la estrategia seguida por su padre y fundador hasta ahora. José María Rodríguez de Francisco quizá esté dolido, pero también tiene motivos para estar orgulloso. Su criatura ya vuela democráticamente sóla. La UPL se ha convertido en los últimos años en elemento estructural del panorama político leonés, habiendo iniciado una tímida implantación en Zamora. Cuenta con muchos concejales -¿cuántos, tal vez un centenar?-, algunos alcaldes, tres diputados provinciales y dos procuradores regionales. Que en el Teatro Diocesano de Astorga hayan decidido elegir una dirección en la que no estará su fundador, José María Rodríguez de Francisco, sólo puede interpretarse como una normalidad democrática y como solidez del partido. Ayer mismo en nuestra ciudad se hacían cábalas sobre las repercusiones de este congreso leonesista, poniendo especial acento en el pacto que mantiene la UPL con el PSOE en el Ayuntamiento de León. Algunos, en plena calentura, desempolvaban las maniobras financieras acordadas en una céntrica cafetería/restaurante, con bodega incluida, soñando con un cambio en la Alcaldía. No parece que el interés o el futuro de la UPL pase por cambios repentinos de socios. Lo transcendente ya lo han saldado los leonesistas en Astorga. La gran incógnita era si Rodríguez de Francisco, su fundador, iba a guardar un silencio aquietado e inquietante, o se tiraba al monte. Por sus declaraciones de ayer, asume el final de una etapa y no valora el congreso de Astorga como aquel en que los hijos se emanciparon del padre. O siendo más cruel: el congreso en el que le echaron o le han recluido en la Ergástula.

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