Diario de León

EL PAISANAJE

Esta casa es una ruina

Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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HA SIDO muy aleccionador conocer los números rojos de la UPL, un partido de andar por casa pero que gobierna en coalición con los socialistas nada menos que en Caja España, donde tenemos la hipoteca, y en el Ayuntamiento, que nos cobra las contribuciones. Según el reelegido secretario general de los leonesistas, Joaquín Otero, el partido tiene problemas para llegar a fin de mes porque sólo ingresa 10.444 euros y debe pagar al banco 9.976, con lo cual apenas les queda para la luz, el teléfono, las pancartas y el recibo del alquiler de sedes el equivalente a 85.000 de las antiguas pesetas en toda la provincia (468 euros). Ni bocadillos ni leches. Ya no hay ni para tabaco. Las cuentas de la UPL, agobiadas por las deudas, lejos de haber quedado claras como pretende ahora Otero, plantean muy serios interrogantes. El primero, por qué tienen tanto crédito. El segundo, por qué no han despedido a los directores de los bancos que se los dieron (la mayoría Caja España, coño que casualidad). Y el tercero, por qué nos piden a todos los demás la nómina -siendo fijos y no concejales- cuando necesitamos financiación, póngase por caso, para cambiar la vitrocerámica o ir al dentista. Eso en cuanto al «debe», porque, respecto al «haber», la contabilidad de la UPL refleja escandalosamente lo que debería haber, pero no hay. Sólo uno de cada diez euros que ingresa al mes el partido procede de las cuotas de los afiliados, de los que, a su vez, sólo paga uno de cada diez (se ve que es norma de la casa), otro euro viene de la Diputación, un tercero de los concejales, y los siete restantes, ahí es nada, de lo que cobran los procuradores leonesistas por poner a parir a la Junta en las Cortes de Valladolid. De todo lo cual se deduce que el 90% de los gastos de la UPL se pagan con los impuestos de los demás y, encima, en bancarrota. Si cobran lo suyo por administrar lo nuestro sin saber administrarse a sí mismos es como para echarse a temblar. Así que suma y sigue.

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