FRONTERIZOS
Garitos
ADEMÁS de grúas y promociones inmobiliarias, en el casco antiguo de Ponferrada hay garitos con lunas de neón que escuchan «blues» o donde se planifican los plano-secuencia más complejos de la historia del cine sobre una banda sonora de gaita bretona. Son lugares donde no se leen los periódicos y por eso no saben nada de la complejidad política de esta región que no acaba de tener claro el mapa comunitario con el que últimamente construimos los puzzles que no se hicieron hace un cuarto de siglo. Algo han oído en estos garitos del nuevo talante, que es el término de moda desde el 14-M y consigue fotos novedosas de la autoridad realmente existente con la potencialmente dispuesta y hasta con los poderes fácticos del hormigón que quieren más suelo edificable para macizar la ciudad, pero lo que realmente interesa por esos lugares es intentar seguir el discurso disparatado de Pepín Tre, una reencarnación ácrata de Tip que canta canciones sin letra al pie del templario de bronce y agua. Entre las piedras de estos garitos de la parte vieja hay quien comenta los extraños pactos del socialismo local, que abren interrogantes nuevos en plena campaña electoral, pero el personal no tiene muy claro qué se elige el día 13 y se queda con la «jam» del jueves a la noche, que está «el abuelo» inspirado con las percusiones, hoy toca Toni un rock y no cabe tanta música al fondo a la derecha. Al margen de la comunidad de las dos regiones que alguien quieren inventar, del «buen rollito» de gobierno y oposición y de los extraños compañeros de cama que consigue la política, hay garitos de piedra vieja donde las noches dan mucho de sí porque lo que su público ve de día no les convence en absoluto.