BURRO AMENAZADO
Sexta extinción
HASTA ahora, se pensaba que los alarmantes informes sobre el descenso mundial de la variedad y cantidad de aves, no significan mucho, puesto que el colectivo ornitológico, desde los colibríes enanos a la avestruz, solo representa el 0.6 % de todas las especies del mundo. Siempre se ha dicho que aves y mamíferos son más frágiles y vulnerables que los incontables insectos. Un estudio en la revista Science sobre la trayectoria de pájaros, mariposas y plantas en el Reino Unido, en los últimos 40 años, muestra un negro panorama. Las cuotas de rarefacción son máximas en las mariposas británicas (el 71% de las especies, bajan en número), seguidas de las aves (descenso del 54%) y de las plantas nativas (bajón del 28%). La causa principal es el cambio de usos del suelo, con menor extensión de bosques naturales y humedales y paisaje agrícola intensificado, sin sebes ni eriales, junto con la contaminación. Se habla de que asistimos, indiferentes, a la sexta extinción en masa, sin controlar nuestra rapiña. Antes, en el calendario paleontológico, se dieron la quinta, cuando las glaciaciones del Pleistoceno extinguieron a muchos mamíferos continentales (mamut, rinoceronte lanudo, tigre de dientes de sable...), y la cuarta, hace 65 millones de años, al final del Cretácico, momento en el que un enorme meteorito caído en el golfo de Yucatán terminó bruscamente con los dinosaurios, fuesen carnívoros, como el tiranosaurio, o vegetarianos, como los diplodocos, iguanodones y picos de pato. Este aviso sobre la bancarrota de la fauna británica es una prueba sólida de lo mal que va la diversidad biológica. Que para observar una perdiz pardilla, una alondra, una mariposa de la col, un narciso o una vulgar amapola, haya que recorrer varias millas de la campiña inglesa, es prueba de nuestra incuria Por ello, además de controlar el consumismo, conviene pelear con el consejo de Gramsci: el pesimismo de la razón que no impida acciones individuales optimistas.