Elecciones para Europa

ESTRENAMOS hoy el tercer día de campaña electoral al Parlamento Europeo. Las primeras elecciones de la Europa de los Veinticinco, cuya votación tendrá lugar el 13-J, festividad de San Antonio. Toca, pues, hablar de Europa. Hay mucha gente que todavía no ha digerido el resultado electoral del 14-M y sigue dándole vueltas a la cabeza como si lo que se avecina fuera una especie de segunda vuelta al Palamento español. Han llegado a calificar esta campaña como la del desquite. Y no hay tal. Es legítimo que los dos grandes partidos, PSOE y PP, movilicen a sus cargos y militancia, como lo hacen, igualmente, todas las demás formaciones, incluida HZ (Herritarren Zerrenda), brazo alargado de Herri Batasuna, ilegalizada por su vinculación con Eta, pese a saber que sus votos serán nulos. El deber de los partidos políticos es conseguir que los españoles se involucren en las elecciones europeas, acotando todas las distancias posibles al abstencionismo. La apertura de la campaña no invita al optimismo. Parece reeditar el pulso tenso del 14-M. Jaime Mayor Oreja, candidato popular, voceó en Murcia: «Cuando más europea ha sido España es con los gobiernos de José Mª Aznar y del PP», replicado de inmediato por el cabeza de cartel socialista, Josep Borrell: «El anterior Gobierno cambió Europa por una foto en las Azores». Mayor Oreja es un candidato muy valorado en el país y satanizado en Euskadi. Yo no podría votarle jamás, porque me parece que encarna la perfección. Además de los mítines, en más de media docena acompañado de Rajoy, basará su campaña en mensajes por teléfono móvil. «Estamos en campaña. Ponte en marcha. Contigo vamos a ganar. Un abrazo. Jaime Mayor Oreja. Pásalo». Josep Borrell también estará arropado por la totalidad de los miembros del Gobierno, incluido el presidente Rodríguez Zapatero -el día 11 cerrará la campaña en León- y el aparato orgánico de Ferraz. Pero dejando al margen la tramoya, los partidos deben exponer, sobre todo, qué ideas tienen para la Unión Europea en la que estamos metidos. Por ejemplo: Si debe convertirse Europa en un polo cooperador, pero alternativo, a Estados Unidos. Si debe avanzar en el debate de los derechos sociales, digan lo que digan los ingleses y algunos partidos conservadores. Si la cultura europea debe tener una protección específica ante la invasión de cine y series televisivas norteamericanas, etcétera. Y también otras cuestiones que nos implican de manera más próxima. Van desde el futuro de nuestro carbón, el de León, que nadie ha puesto en duda en Europa, aunque esté falsamente mezclado con el que produce Hunosa, a algunos cultivos agrarios y, sobre todo, a los fondos estructurales que dejaremos de percibir con la entrada en la Unión de otros países más pobres, ya que la Comunidad Autónoma supera el listón. Una parte, en efecto, sí. Pero otra, no. El eje Valladolid/Palencia/Burgos cuenta con renta percápita que impide a Castilla y León continuar como «Objetivo 1». Pero el oeste de la Comunidad, esto es, León/Zamora/Salamanca, no llega y deberían seguir percibiendo las ayudas. El agravio se acentúa. La Junta y el Gobierno están obligados a encontrar el mecanismo preciso para que la cohesión sea real, no ficticia.