De espaldas a los comicios

LA INDIFERENCIA popular ante los comicios de la Eurocámara afecta a todo el mundo, salvo a los que aspiran a ser eurodiputados. Van a cobrar 100.000 euros al año en bonificaciones y eso sí les trae sin cuidado. No pueden dejarlo entre las azucenas olvidadas porque hay muchos jardineros ávidos. El Parlamento Europeo ha pasado de ser una institución cara y sin ningún contenido a ser una institución carísima y con un contenido muy pequeño, pero ampliable. Lo único que está claro es que van a contar con más recursos económicos y con idénticos recursos neuronales los 732 diputados de los 25 socios de la Unión Europea. Nunca sabremos cuántos políticos han logrado ganar mucho más dinero del que ganaban antes de dedicarse a la política. Su abnegación les ha resultado rentable. Un buen día decidieron sacrificarse por nosotros, pero a poco tiempo que permanezcan en sus cargos no tendrán que sacrificarse más por ellos y podrán retirarse con las ganancias. Los comicios europeos, en los que tanto nos jugamos, interesan en mucha mayor escala a los que se juegan sus esplendorosos sueldos. El pueblo está de espaldas a ellos, cosa peligrosísima porque ya sabemos por dónde le dan, una vez y otra, aprovechando tal postura. Las encuestas dicen que la intención de voto es sólo del 45%, cuatro puntos por debajo que en el año 1999. Hay una progresiva desilusión. Las personas normales piensan que la sonrisa de las urnas se ha convertido en una mueca en esta destartalada y desafectuosa democracia. Eso de que haya tantos señores, que de ningún modo son las personas más relevantes en la vida nacional, cuyas remuneraciones por hacernos felices puedan situarse en los 150.000 euros, sueldo aparte, justifica el desvío popular. Con nuestro pan se lo coman, dice la gente, pero que no nos convoquen a las urnas, ni nos obliguen a dar nuestra opinión, que ya la tenemos formada. Ya sabemos que se juega algo importante, pero también que con nosotros no se juega. No queramos ser cómplices de más millonarios.