Diario de León

LA VELETA

Las reglas de la democracia

Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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CUALQUIER relación humana requiere unas reglas que permitan la convivencia. La política también o, mejor dicho, sobre todo. Sin reglas que determinen los comportamientos, la labor del Gobierno y la de la oposición se hacen imposibles. El mejor ejemplo de las consecuencias de una ausencia de reglas son las dictaduras; allí sólo vale la voluntad del tirano. Las reglas pueden ser mejores o peores, sobre todo en función de que permitan que los representantes de la voluntad popular puedan llevar a cabo las labores de Gobierno, control y representación con eficacia y con garantías. Nuestra democracia ha cumplido ya más de veinticinco años sin apenas revisiones. Las reglas se elaboraron en los tiempos convulsos de cambio de la dictadura a la democracia; hubo que improvisar todo el andamiaje democrático y las estructuras al mismo tiempo: una labor ingente acosada por sombras peligrosas; el terrorismo golpeaba con fuerza cada día, los nostálgicos del pasado ponían arena en los engranajes y una parte importante del ejército afilaba los sables ante cualquier oportunidad. Carecíamos de una tradición democrática sólida y reciente que amparase los criterios que estábamos inventando. Es tiempo de revisar las reglas: la democracia está lo suficientemente asentada para hacerlo siempre que los partidos tengan la grandeza suficiente para mirar al largo plazo y no a los intereses del lugar que ocupan ahora mismo. La petición de Rajoy de modificar las sesiones de control, es razonable. Pero debe ser extraordinariamente modesto a la hora de plantearla porque todavía tiene caliente su sillón en un Gobierno que durante ocho años exprimió el reglamento a su favor para zafarse de cualquier control; entonces no ignoró los débitos y las limitaciones de la oposición sino que participó en una ceremonia de autoritarismo y control en la que las sesiones del Parlamento eran tan memorables como para fabricar una caricatura del control del Gobierno . Todo lo que haya que decir sobre los déficit de nuestro sistema parlamentario hay que hacerlo en los procedimientos de la reforma del reglamento del Congreso. Y Mariano Rajoy no sólo deber mirar las piedras que ahora aprietan su zapato.

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