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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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¿ACABAMOS de salir de una ficción política? ¿Nos ha tenido engañados a todos el gobierno Aznar con sus proyectos de infraestructuras? Tal parece, después de conocer lo dicho por la ministra de Fomento. Una empresa que creíamos saneada, como Aena, tiene una deuda que supera los cinco mil millones de euros. El Estado no puede asumir las autopistas de pago, porque no hay dinero. Alvarez Cascos dejó comprometido el 98 por 100 del presupuesto del ministerio para este año. Y, como las prioridades del nuevo equipo se centran en otros objetivos, nadie puede dar por seguro que podamos seguir acariciando aquel sueño de Aznar: todas las capitales estarán a cuatro horas de Madrid por ferrocarril. Demasiado inquietante. Pero la inquietud se agrava cuando se descubre la filosofía de la ministra. Magdalena Alvarez, en su revisión de la gestión anterior, ha criticado «la obsesión del PP por la alta velocidad». Esto lo dice la dirigente de un partido que puso en marcha el primer AVE de España. Lo dice la ex consejera de Hacienda de Andalucía, que sabe lo que significó ese tren para el desarrollo de su tierra. Y lo dice una mujer que, para sus desplazamientos desde Sevilla a la capital de España utiliza el tren de alta velocidad. ¿Es una obsesión que otras comunidades de España aspiren a ese medio de transporte? A la señora ministra hay que decirle tres cosas. Primera: tenemos derecho a saber con claridad qué partes del programa de infraestructuras programadas por el gobierno popular se mantienen y cuáles pasan a lista de espera. No se puede jugar con las aspiraciones de m illones de ciudadanos, ni con los proyectos de las empresas que planifican su futuro de acuerdo con los programas de comunicaciones. La segunda, que no haga un drama de los presupuestos comprometidos. Lo normal, cuando se habla de obras públicas que se ejecutan en el medio plazo, es tener planeada, cuando no adjudicada, la inversión. Y no sólo para el año en curso, sino para el tiempo que duren las obras. Y la tercera es de pura actitud. Cualquier español puede criticar la «obsesión» por la alta velocidad. Cualquiera, menos la ministra que lo hizo, porque ha sido y es una de sus beneficiarias. Si lo sigue haciendo, este cronista le invitará gustosamente a un viaje en tren a Lugo, que es mi ciudad. Sabrá lo que es perder un día o una noche. Sabrá lo que es un «largo recorrido». Sabrá de las comodidades que ofrecen nuestros expresos frente al AVE sevillano. Y no se preocupe la ministra: el billete lo pago yo. Incluído un cómico suplemento que antes ponía: «exceso de velocidad».

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