El PP y el pasado

LOS VOTOS del próximo día 13 no sólo servirán para cubrir los escaños, ahora vacíos, del Parlamento europeo sino también para esclarecer en varios países de la UE asuntos nacionales. Por ejemplo, si en España se cumplieran las estimaciones del CIS, que sugieren una amplia victoria del PSOE, se suspendería automáticamente la siembra de dudas que realiza el PP sobre los resultados electorales del 14-M. Aunque se trate de un simple augurio demoscópico, esa victoria socialista no parece improbable, sobre todo si se observa la resistencia del PP a percibir la evolución de la sociedad española en las doce últimas semanas. Mayor Oreja intenta proyectar sobre la realidad europea su acreditada sensibilidad sobre el terrorismo, y conmina a su adversario Borrell a que declare si el terrorismo es o no el mayor problema al que la UE se enfrenta. Borrell declina sensatamente la respuesta, y no porque desdeñe la amenaza terrorista sino porque el terrorismo es eso, una amenaza, y no estrictamente un problema. La trágica fecha del 11-M, de la que sólo es responsable el terrorismo que la señaló, ha creado en la sociedad española una sensación tan clara de vulnerabilidad que ningún partido político debiera sentirse autorizado a ofrecerse como taumaturgo en la lucha contra ese terrorismo que, por sus ramificaciones tentaculares, parece organizado en una estructura universal. A partir del 11-M, han cambiado muchas cosas en España y por supuesto en Europa. Desconocer esos cambios, difíciles de analizar desde una sensación de desconcierto, puede conducir al error de seguir echando el ancla en las argumentaciones de un tiempo reciente, pero ya pasado. Queda campaña electoral, y las estimaciones demoscópicas no pueden aceptarse como certezas. Cabe la posibilidad de que el PP reduzca la distancia que le separa del PSOE, e incluso gane las elecciones, por imprevisible que a estas alturas parezca. Pero cualquiera que sea el resultado que ofrezcan las urnas el día 13, en la UE se aclararán muchas cosas, desde la ventaja enorme que en Alemania le sacan los democristianos a los socialdemócratas a la diferencia de votos que, en España, separa al PP y al PSOE. De esa diferencia dependería en gran parte que sobre el 14-M se disipen o aumenten las dudas que se vienen sembrando.