TRIBUNA
La violencia en el hogar
ENTENDEMOS por malos tratos en el hogar, la violencia interpersonal en una pareja de adultos. Suponen el uso de la fuerza física o psicológica por un miembro de la pareja para impedir que el otro pueda dirigir su propia vida. Normalmente quien maltrata es un hombre y la víctima una mujer. También es verdad, que se producen malos tratos entre personas del mismo sexo, en relaciones homosexuales y lesbianas y en algunos casos las mujeres infligen malos tratos a sus parejas masculinas, preferentemente de tipo psicológico. A medida que evolucionan las definiciones, también van cambiando las estrategias y métodos para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento. Las definiciones y los parámetros de tratamiento han evolucionado a la par con la investigación y las normas culturales y sociales. En la actualidad, los malos tratos en el hogar son muy frecuentes y resultan a veces mortales. En España, las mujeres ya corren más riesgo de ser asaltadas, heridas, violadas o asesinadas por sus compañeros actuales o anteriores que por todos los demás tipos de asaltantes combinados hoy día. Podemos afirmar que en estos últimos años, aproximadamente el 50% de las mujeres asesinadas hoy en nuestro país, mueren a manos de sus maridos o de sus excompañeros sentimentales. No sabemos muy bien, si la incidencia de la violencia doméstica ha aumentado realmente o si es que cada vez son más los casos de los malos tratos dentro de la pareja que salen a la luz. Sin embargo, lo que sí conocemos es que muchos de los casos de violencia doméstica resultan mortales (en España, de las 81 víctimas del año 2003, 65 fueron asesinadas por sus parejas) y otras muchas no son denunciadas por las víctimas ni detectadas por los servicios sanitarios y sociales. Desde hace algunos años, los profesionales sociosanitarios venimos denunciando que la violencia doméstica es una de las principales amenazas para la salud pública y, por ello, se necesita un enfoque sociosanitario público para tratar la violencia en el seno familiar. No sólo es necesario y esencial recoger datos de control válidos y fiables, sino que debemos de seguir investigando las causas de la violencia dentro de la pareja y determinar técnicas y métodos que eviten y erradiquen el problema. Las víctimas de los malos tratos en el hogar provienen de todos los grupos étnicos, socioeconómicos y de nivel educativo. Las mujeres solteras, divorciadas y separadas corren también peligro de sufrir violencia a manos de sus compañeros sentimentales. De forma similar, los agentes causantes de los malos tratos tienen diversos orígenes. En comparación con los hombres que no infligen malos tratos, es muy probable que quienes golpean y maltratan a sus parejas no hayan sido educados en emociones y sentimientos positivos y sí hayan sido testigos o experimentado violencia o abandono en la infancia, abusen del alcohol u otras drogas y sexualmente de sus parejas y manifiesten violencia hacia los mayores y menores. El número de hombres que golpean a sus esposas llega ya a ser uno de cada ocho. En las relaciones íntimas caracterizadas por la violencia, el círculo de los malos tratos, aumenta con el tiempo. Los maltratadores (psicópatas) amenazan, culpan, dominan, intimidan, golpean, violan, maltratan emocionalmente y pueden finalmente asesinar a sus parejas. Éstos no experimentan remordimiento ni sentido de la culpabilidad por haber causado perjuicios, además son incapaces de aprender de los errores, pues no sienten ansiedad ante el castigo futuro y es muy escasa su habilidad para adquirir respuestas motivadas por la ansiedad o el castigo. Fallan en aprender de sus experiencias sociales. La tolerancia a la frustración en ellos es muy baja, así como a demorar el refuerzo, miran al presente y no al futuro de sus actos. Los psicópatas son criminales, pero no están locos, carecen de conciencia social y actúan de forma impulsiva e instintiva, hacen sufrir y padecer a los demás, pero ellos no acusan sufrimiento ni sentimiento de culpa. Podemos afirmar que, aproximadamente el 3% de la población (un millón de españoles) son criminales en potencia. Una vez iniciado el círculo de la violencia es muy difícil salir de él. En la fase de construcción de la tensión, el conflicto interpersonal aumenta con el paso de las horas, los días o los meses. El maltratador abusa emocionalmente de su víctima, erosionando su confianza y su sentido de autoestima. Puede decirle de todo, entre otras cosas que es gorda, fea, estúpida o inútil y aislarla de la familia y de los amigos. La víctima puede experimentar una profunda sensación de vergüenza y desesperación. La tensión va creciendo inevitablemente hasta que termina en violencia física. A partir de ahí, la tensión se desvanece y se difumina inmediatamente y suele ir seguida de una fase de «luna de miel» durante la cual el maltratador puede experimentar, más bien simular, un sentimiento de culpa, de remordimiento y excusarse por sus actos. (Los maltratadores carecen de vínculos afectivos con las personas, les falta profundidad emocional y ternura y son incapaces para profundizar en las relaciones interpersonales. El maltratador simula estados emocionales, para conseguir sus objetivos hace demostración de afecto y si éste falla acude al chantaje, violencia, etcétera). Los maltratadores insisten una y otra vez en que nunca más se comportarán de forma violenta, lo que da a las víctimas una falsa sensación de esperanza respecto a la relación de pareja. Sin embargo, por desgracia el círculo se repite y la violencia se reitera con mayor intensidad, hasta que la víctima se enfrenta al riesgo inmediato de morir asesinada. Los efectos a corto, medio y largo plazo de la violencia en el hogar son devastadores para las víctimas y sus familias. Los malos tratos tienen un profundo impacto en la salud física y mental de quienes los experimentan y son testigos de ellos. Las víctimas acuden al psicólogo con distintas preocupaciones. Las claves para el diagnóstico de la violencia en el hogar serían: síntomas y trastornos psicológicos incluida la depresión, los trastornos de la alimentación, el trastorno de somatización y el síndrome por estrés postraumático. Síntomas no específicos o patologías mal definidas. Preocupaciones somáticas múltiples o persistentes. Lesiones agudas en múltiples puntos. Discapacidades permanentes. Los profesionales sociosanitarios hemos de identificar correctamente los malos tratos en el hogar para proporcionar la intervención y el tratamiento adecuado para quienes presentan secuelas leves, agudas y crónicas. La violencia en el hogar es una amenaza muy grave para la salud y el bienestar de las mujeres, de los hombres y de las familias que buscan atención en nuestras consultas y en las comunidades en las que ejercemos. Además de escuchar y aceptar el relato de la paciente ofreciéndole un apoyo incondicional, debemos de poner especial énfasis en que la violencia es un comportamiento interpersonal erróneo entre las parejas de adultos y en que nadie merece recibir malos tratos físicos, emocionales o sexuales en una relación íntima, ni en ningún otro tipo de relación. Debemos de hacer un diagnóstico correcto de los malos tratos, de manera que la mujer maltratada no corra riesgo de sufrir un daño aún mayor y así evitar una posible nueva victimización de la paciente. Al atender a una persona que ha sufrido malos tratos, la principal responsabilidad del profesional es proporcionarle una atención y asistencia biopsicosocial de calidad y darle la información fiable y segura que necesita sobre los servicios de apoyo existentes en la comunidad, respetando siempre la capacidad de la persona para realizar las elecciones adecuadas.