VUELTA DE TUERCA
El escaparate más noble
HABRÁ que tomárselo en serio de una vez: la plaza de la Catedral es, y debería seguir siendo, nuestro escaparate más noble. Y, si cabe, más todavía cuando se celebra un año jacobeo a cuyo reclamo acuden miles de peregrinos. Resulta hiriente para cualquier persona con sensibilidad apercibirse de los esfuerzos baldíos de los viajeros para capturar en su máquina fotográfica la imagen de la Catedral sin que, en primer plano, aparezca un mercado persa. Cuando no es la cecina, es la artesanía, o cualquier actividad lúdica que encuentra en el entorno catedralicio «el marco incomparable». No faltan sitios alternativos; falta imaginación y voluntad de buscarlos. Como falta la sensibilidad para respetar y no adulterar los espacios donde se asientan nuestras más íntimas señas de identidad y de cultura,