EL BALCÓN DEL PUEBLO
Votar para Europa
HA CONCLUIDO la campaña electoral al Parlamento Europeo. En León la cerró ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien acompañó al cabeza de cartel socialista, Josep Borrell. Es la hora del balance. El día de reflexión. Lamentablemente, el final de campaña del Partido Popular ha sido todo lo facineroso que cabía esperar visto cómo se han desarrollado los debates. La gran guinda final la han puesto Jaime Mayor Oreja, número uno azul a Europa y ex-ministro del Interior, y el abulense Agustín Díaz de Mera, ex-director general de la Policía, colocado en puesto seguro para ganar la soldada los próximos cuatro años en Bruselas y Estrasburgo. Los dos, obsesionados por sus propios fantasmas, acabaron hablando del «comando Rubalcaba». Parece evidente que desde el comienzo de esta campaña el PP aspiraba a mantener los votos que obtuvo el 14-M al Congreso de los Diputados. El diseño parece ajustado a este enunciado: confianza ciega en que muchos de los votos cosechados por los socialistas entonces, ahora caigan en el saco de la abstención o se ramifiquen en otros partidos y candidaturas. Si así fuera el resultado -las encuestas dicen que no- iniciaría la deslegitimación de las urnas de las pasadas elecciones generales españolas, cuya estrategia ya han esbozado tímidamente. Las elecciones de mañana ni son una revancha, ni desnaturalizan, sea cual sea el resultado, lo que libre y voluntariamente decidieron los españoles el 14-M. El PSOE, por su parte, ha dedicado la campaña a explicar un proyecto para Europa, en el cual se pretende dar un papel a España dentro del núcleo constructor de la Unión Europea. Los demás partidos ni han engrasado sus maquinarias orgánicas. Se han aferrado a los programas gratuitos que cede la televisión pública para vender su mercancía. Con estas diferentes perspectivas, no es de extrañar que los debates, felizmente recuperados después de una década, hayan sido en parte fallidos. Los debates televisivos, radiofónicos o periodísticos sólo pueden tener éxito cuando los dos quieren debatir, no cuando uno acude con ánimo de descalificar y de reventarlo. En democracia los debates deben ser una exigencia. Y así será en el futuro. De todas las maneras, los españoles tenemos mañana otra vez en nuestras manos la posibilidad de apostar por una visión de Europa, y de España dentro de Europa, que es lo que nos jugamos en esta elecciones. No hay más cera que la que arde. O estamos entre los que quieren construir una Europa más fuerte, más unida, más social y con voz única en los asuntos mundiales, o estamos con los que prefieren que Europa siga desunida, con muchas voces y descoordinadas en asuntos mundiales, sin política social interna y sin un papel importante en el mundo, conformándose con ser sobrinos del «Tío Sam». Mañana, 13-J, volvemos a hablar los españoles en las urnas. Y lo que decidamos será la gran verdad, la que todos debemos acatar. El resto del bla, bla, bla, no pasará de ser otro «babel» inútil.