EL PAISANAJE
El efecto Zapatero y la purga de Benito
EL PRESIDENTE del PP leonés, López Benito, hizo el domingo la cuenta de la vieja y le salió que no existe el llamado efecto Zapatero. Efectivamente, su partido ha ganado al PSOE en la provincia por 79 votos sobre un total de doscientos mil y pico y, en consecuencia, a los populares se les ha levantado bastante el ánimo y a no pocos también algo más desde el 11-M, según se comentaba ayer en las peluquerías de señoras más céntricas de la capital. No es para menos, pero, si no hay efecto Zapatero, tampoco está claro que funcione la purga de Benito, aquella que, según nuestras abuelas, valía para todo aún antes de inventarse el PP. Cuando Adolfo Suárez era presidente del Gobierno la UCD barría en Ávila, que era su pueblo, con más del cien por cien de los votos -o poco le faltaba, no es por exagerar- e, igualmente a Felipe González, tanto de presidente como de expresidente, nadie osó nunca quitarle la silla en Sevilla. Respecto a Aznar, como nació en Madrid y se crió vaya usted a saber dónde, su feudo electoral quedará como una incógnita para la historia porque era de piso y no de pueblo. Volviendo a casa, una de dos: o no existe el dichoso efecto Zapatero o es de efectos retardados, porque, si no, los socialistas leoneses hubieran barrido en éstas elecciones. No obstante, el PP haría mal en confiar su salud a la purga de López Benito, el cual sigue teniendo no pocos dolores de barriga con los dirigentes comarcales del Bierzo sin lograr expulsar nada: ahí siguen enquistados en el partido y Benido estreñido. Zapatero, en cambio, regula lo suyo cabalmente y es raro que alguien se le atragante en el partido. Tarda tiempo, pero tiene buen estómago y la prueba es que todos los dirigentes históricos del PSOE en León han sido purgados. Ahora dispone de cuatro años para hacer la digestión electoral de la provincia, promesa va y viene, así que el que lo tiene crudo es Benito. Y, se dice por experiencia, puede meterse su purga por donde él ya sabe.