Diario de León

DESDE LA CORTE

Catorce días en Corme

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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HAN PASADO dos semanas desde la tragedia del «O Bahía». Durante catorce días, las familias de cuatro de las víctimas esperaron en Corme que apareciesen sus cadáveres. Sólo en las primeras horas tuvieron alguna esperanza de que fueran encontrados con vida. Después se tuvieron que conformar con tener sus cuerpos para darles sepultura; para rezar ante sus tumbas; para poderles llevar unas flores de recuerdo y de cariño. Dos semanas de espera, día a día, noche a noche, hora a hora. Es el sufrimiento añadido de las gentes de la mar. Una vez más, un accidente puso de manifiesto la carencia de medios. El mar de Galicia se traga una media de treinta vidas cada año. El mar de Galicia sufre accidentes y catástrofes ecológicas, como la del Prestige. ¿El Prestige, he dicho? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuánto tiempo falta para que un nuevo buque basura encalle frente a aquellas playas? Y, sin embargo, después de toda la alarma, sigue sin llegar y sin planificar y sin presupuestar un buque capaz de luchar contra la contaminación. Se confía, quizá, en que una nueva calamidad será combatida con las manos de los marineros. Y ahora, la busca de los cadáveres del pesquero ha vuelto a poner de manifiesto con cuánta falta de previsión se trata al mar. Mirad las noticias que hemos conocido desde el accidente: los buzos vinieron de Alicante; las cámaras, de Santander; hubo que comprar ayudas urgentes en Italia; el «Bar Protector» tuvo que venir también del extranjero¿ Diríase que en Galicia nunca ocurre nada; que «O Bahía» ha sido el primer barco siniestrado; que ha cogido desprevenidas a las administraciones. ¡Mar gallego, mar gallego! El más hermoso. El más rico del mundo. Una enorme fuente de vida. P ero también de bravura asesina cuando se alía con el infortunio. Ha merecido inversiones. Se le ha dotado de helicópteros, de varios remolcadores y de lanchas de salvamento. Pero, cuando llegan las desgracias, siempre descubrimos que le falta algo: instrumentos de lucha contra el chapapote; buzos, cámaras, batiscafos para manejar debajo del agua, si se trata de buscar un cuerpo humano. Lo hemos visto durante estas dos semanas. Cuando se piensa en el futuro, hay que ponerse a rezar: que no pase nada, Virgen del Carmen; que la fuerza invisible de las aguas no arrastre ningún barco. Se me dirá que esta vez hubo grandes esfuerzos oficiales. Hasta visitas de ministros. Pero, si pasa lo más temido, si vuelve otro Prestige, si se hunde otro pesquero, las soluciones están a cientos, a miles de kilómetros de distancia.

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